El centro de Los Ángeles vive su segunda noche consecutiva de toque de queda, tras una semana de enfrentamientos entre manifestantes y autoridades. Estos disturbios fueron provocados por las redadas anti-inmigrantes ordenadas por Donald Trump, no solo en California, sino en todo Estados Unidos. La tensión es palpable en las calles, donde la frustración de la población se ha convertido en una ola de resistencia activa contra las políticas migratorias.
Protestas se extienden a ciudades republicanas
A pesar del toque de queda durante ya dos noches y el caos prevalenciente, las manifestaciones contra las redadas migratorias continuan por séptimo día consecutivo y se extienden a otras grandes ciudades del país, incluso en estados que son de tradición republicana, como Texas, donde la población ha salido en solidaridad con los migrantes que están siendo atacados por el ICE.
En estas manifestaciones ha sido notorio el uso de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad, pues para dispersar a los cientos de personas que participan, han recurrido al uso de proyectiles. Durante la primera noche del toque de queda, la Guardia Nacional y los Marines, desplegados por orden presidencial han efectuado detenciones cuyo número total desde el pasado sábado asciende a aproximadamente 400 personas.
Autoridades de Los Ángeles piden que se detengan las redadas migratorias
A pesar de la fuerte oposición, especialmente por parte del gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, el presidente Trump ha desplegado a 4 000 soldados de la Guardia Nacional y 700 marines para sofocar los disturbios generados contra las redadas migratorias. Esta medida se tomó sin que Newsom solicitara el uso de la Guardia Nacional, contraviniendo el procedimiento establecido por la legislación nacional.
Newsom, líder clave de la primera gran protesta post-electoral contra Trump, ha demandado al gobierno federal por el despliegue de tropas. En respuesta a la demanda de Newsom, la Administración Trump la ha calificado, en su declaración oficial del miércoles, de burda manipulación política que amenaza la vida de los estadounidenses, pues la ciudad se consumiría por el fuego por completo si no hubiera enviado a los militares.
Mientras tanto, numerosos alcaldes del área metropolitana de Los Ángeles han unido sus voces para exigir a la Administración Trump que ponga fin a las redadas migratorias, aunque el presidente no ha mostrado intención de retractarse. Esta postura desafiante de los líderes locales refleja una profunda preocupación por el impacto social y económico de estas acciones. A pesar de la presión, la Casa Blanca parece decidida a mantener su curso.
Bass considera a Los Ángeles un «experimento nacional» sobre la usurpación de autoridad local por el Gobierno federal
Las protestas se han extendido a ciudades como Dallas y Austin. Aunque estas urbes son demócratas, pertenecen a Texas, un estado históricamente republicano con una gran población migrante y una cultura hispana. En Austin, la policía utilizó sustancias irritantes el lunes para dispersar a cientos de manifestantes contra las redadas y las tropas de la Guardia Nacional de Texas permanecen en las zonas donde se esperaban protestas.
En Chicago, la capital del midwest, miles de personas salieron a manifestar, lo que resultó en más detenciones. La policía local reportó el atropellamiento de una mujer de 66 años que resultó herida durante las protestas en el centro de la ciudad el martes por la noche. Por otro lado, en Nueva York, en la costa este, un total de 86 personas han sido arrestadas en el marco de las manifestaciones.
La alcaldesa Bass, al iniciar el segundo día de toque de queda, afirmó que la medida busca frenar a quienes se aprovechan de la caótica escalada presidencial. Atribuyó los disturbios a las redadas de Trump, que, según ella, provocaron a los ciudadanos y recordó que hace una semana todo era pacífico. Mientras tanto, la Fiscalía imputó a tres personas por posesión de arma, y agresión a un agente durante los disturbios nocturnos.