Tras tres años de arduas deliberaciones, más de 190 países han llegado a un acuerdo que se propuso durante la pandemia de COVID-19, con el que se pretende lograr una mejor coordinación, preparación y colaboración en futuras crisis sanitarias, creando un nuevo reglamento en el marco de negociaciones en la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que podría aprobarse formalmente el mes próximo.
El acuerdo presenta los principales lineamientos con un texto menos osado del pronosticado en la propuesta inicial, enfatizando los aspectos como la solidaridad y reciprocidad que busca reforzar las defensas mundiales contra posibles nuevos patógenos, y lograr el desarrollo de capacidades de investigación geográficamente diversas.
La pandemia que azoto al mundo entre 2020 a 2022, cobrando la vida de más de siete millones de personas, demostró la distancia que puede existir entre países desarrollados que tenían acceso a medicamentos, vacunas y doctores, por lo que el acuerdo quiere sentar bases solidarias, a pesar de que la medida no protege tanto a países de desarrollo medio y bajo como lo esperaban.
Con o sin el apoyo Estados Unidos el compromiso es el mismo
En febrero, cuando Donald Trump decretó que EU se retiraba de la OMS y no participaría en las conversaciones, la organización se vió afectada por los recortes financieros, sin embargo, Nina Schwalbe, fundadora del grupo de expertos en salud mundial Spark Street Advisors, declaró que con o sin el apoyo de Estados Unidos aprovecharían el poder del multilateralismo.
Sin embargo, la no inclusión de Estados Unidos podría comprometer puntos cruciales del acuerdo, ya que exige que los «fabricantes participantes» reserven y procuren donar un 10% de su producción de vacunas, medicamentos y diagnósticos para emergencias gestionadas por la OMS. La posible ausencia de las farmacéuticas estadounidenses podrían generar un déficit significativo en las reservas de la organización.
Según Moon, las consecuencias aún no están claras. La votación formal para la adopción del tratado se realizará el próximo mes en la Asamblea Mundial de la Salud en Ginebra, siendo el segundo tratado de la OMS desde 1948, tras el acuerdo sobre el tabaco de 2003. Es probable que el acuerdo estipule la respuesta mundial a la próxima crisis sanitaria.
A pesar de sentirse la cercanía al acuerdo, se buscaba una respuesta equitativa
A pesar de un optimismo creciente sobre la inminencia del acuerdo antipandémico, más cerca que nunca, los detalles finales se definieron hasta la noche anterior. Una fuente cercana había advertido el viernes pasado sobre la necesidad de cautela, recordando el fracaso de la Asamblea General de la OMS de mayo de 2024, donde la falta de consenso impidió la firma y forzó una extensión de las conversaciones por un año.
Michael Ryan de la OMS había subrayado la importancia de los detalles, e incluso horas antes de la conclusión del texto, otra fuente indicaba que el resultado era incierto. Sin embargo, tras lograr el consenso, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, destacó que este acuerdo generacional no solo fortalece la seguridad global, también reafirma la vigencia del multilateralismo.
Un experto que siguió de cerca las 13 rondas de negociaciones señaló que, si bien hubo avances, persistían tensiones generando controversia en temas como la transferencia de tecnología del Norte Global al Sur Global y el sistema de acceso a patógenos y reparto de beneficios. Aun así, lo describen como un pacto histórico, con el que se pueden mitigar las brechas y afrontar nuevos retos de la salud mundial.
Un nuevo precedente para la protección de vidas
El acuerdo sobre pandemias es un compromiso imperfecto que no cumplió todas las aspiraciones, pero que aun así establece una nueva plataforma para salvar vidas en futuras crisis sanitarias que podrían amenazar al mundo. La organización urgió a los Estados para que implementen acciones concretas de manera que el acuerdo sea significativo.