El manejo de los desperdicios que se obtienen de las diferentes actividades humanas es una situación cada vez más preocupante, porque si bien es cierto que en los domicilios diariamente no se llega a producir más de 3 kilogramos de basura, la suma de todos los residuos en lugares como CDMX transforma exponencialmente esta cifra. Además, al hablar de los desperdicios se olvidan los sectores comerciales e industriales cuya generación es mucho mayor y puede estar concentrada en un material específico.
Vertederos estatales e industriales, una forma de sepultar desperdicios
México contabiliza una generación de 100 mil toneladas diarias de basura, la cual es colectada en camiones y llevada hasta grandes extensiones de tierra que han sido destinadas en los municipios como vertederos a cielo abierto y en algunos casos como rellenos sanitarios u otras instalaciones para la gestión de los desperdicios. Esto quiere decir se distribuye diariamente una cantidad de basura cuyo tratamiento es ser sepultada.
Ahora bien, el manejo y la llamada disposición final de estos desperdicios, representa una crisis sin precedentes que además tiene perspectivas de crecimiento día tras día. Por cuanto no sólo deja de considerar los residuos de fuentes distintas a las domiciliarias y comerciales en las vías públicas, sino por que contempla mecanismos de tratamiento como el sepultamiento de estos sin que exista una transformación real en otros productos.
Sepultar la basura y la definición de una nueva era geológica
Desde hace algunos años, los miembros de la comunidad científica vienen alertando sobre la conformación de estos siglos como una nueva era geológica, es decir, debido a los distintos materiales que vamos dejando en la tierra debido a la actividad cultural del hombre actual se está conformando un registro que estiman podría mostrar cómo el ser humano moderno se ha diferenciado del resto.
Esto se demuestra, con el hallazgo realizado recientemente, sobre todo en costas Europeas, donde, en zonas que han sido industriales y han salido de funcionamiento hace pocas décadas se consiguen formaciones rocosas que modifican no sólo el paisaje sino el ecosistema. Como es el caso de Derwent Howe, West Cumbria, donde fueron hallados acantilados cuya formación se determinó por los desperdicios de escoria de la industria de hierro.
Rocas antropoclásticas, el sello del humano moderno que se forma en menos de 4 décadas
Si bien ya se conocía que la acción del hombre puede causar efectos perdurables sobre el ecosistema, la creencia hasta ahora era que los desperdicios no sufrían grandes transformaciones y se encontrarían en exploraciones futuras con algunos cambios derivados de la presión y la descomposición, sin embargo, el descubrimiento realizado en Irlanda, demostró que esto se encuentra alejado de la realidad.
Los desperdicios de escoria generados hace tan sólo 35 años en plantas de acero y hierro en las costas, han provocado la formación de rocas que cumplen con todas las características de la litificación que se realiza de manera natural y que caracteriza cada era geológica, con la diferencia de que estas contienen elementos y materiales que no son comunes de manera natural, tales como productos y desperdicios manufacturados.
Desperdicios de la industria mexicana, un nuevo registro del Antropoceno
La industria del hierro y el acero representa un 2% del producto interno bruto mexicano, quiere decir que su producción alcanza niveles significativos, por lo cual los desperdicios de escoria y otros materiales asociados a esta producción deben estar siendo acumulados en algún vertedero, donde México también contribuye a demostrar la existencia de la nueva era geológica, sembrando los residuos industriales que se volverán piedra.
Ahora bien, esta litificación de desperdicios a velocidades inesperadas representa un problema para las generaciones futuras, pues significa que los esfuerzos que se realizan en función de la sostenibilidad y sustentabilidad son insuficientes para cambiar el rumbo del cambio climático y la modificación de las capas terrestres con elementos que pueden, aún más mezclados entre sí, ser peligrosos para la sobreviencia humana.