Elon Musk ha sido reconocido como un inversor de vanguardia en temas como la construcción de vehículos espaciales, automóviles eléctricos y otras tecnologías que representan el futuro de la humanidad, tal como los robots controlados para la ejecución de tareas cotidianas.
Todo esto, a través de sus compañías Space X y Tesla, dedicadas a la incursión en investigación y desarrollo de prototipos y productos que han revolucionado estas industrias.
No obstante, todo no ha ido del todo bien, los retrasos en diferentes misiones de Space X, la incursión directa del magnate en la política estadounidense y la incorporación de líneas de producción de robots humanoides como alternativa a la masificación de los cuestionados autos eléctricos de Tesla, le vienen costando la valorización estable de la compañía.
Tesla en búsqueda de una salvación en la robótica
Durante el 2025 Tesla ha sido objeto de fuertes caídas en la bolsa de valores, arrastrado por la poca popularidad de algunos de sus modelos y fundamentalmente por la presencia de Elon Musk en la política de Estados Unidos.
Además de generar expectativas negativas sobre la producción masiva de vehículos, cuyas plantas se pueden ver afectadas debido a las políticas arancelarias y los castigos a las importaciones de materias primas importantes.
De este modo, Tesla se ha planteado diferentes mecanismos de subsistencia en el mercado, una de ellas, los robots humanoides «Optimus», una primer de máquinas que distan de lo que hasta ahora ha sido la pieza fundamental de la compañía.
Con la fabricación masiva de estos novedosos artefactos, Musk pretende mantener a flote la fluctuante compañía que, desde inicios de 2025 viene sufriendo constantes bajadas en sus acciones. De esta manera, los robots Optimus pueden ser vistos como la última opción de Musk para recuperar el liderazgo de Tesla y sacar a flote la empresa, para posicionarla nuevamente como pionera en tecnología.
Una estrategia que, de no alcanzar la popularidad y las ventas esperadas también podría tener graves consecuencias para la empresa, hasta costarle otras acciones como una reestructuración o una disminución significativa de operaciones.
Robots humanoides son cuestionados por su propio diseñador
El ex jefe de robótica de Tesla, Chris Walti, es uno de los principales detractores del proyecto de robots «Optimus», pues considera que el objetivo para el cual están propuestas estas máquinas no se puede cumplir con un diseño que imite al ser humano, pues tendría el robot efectivamente las mismas limitaciones funcionales de este al desempeñar tareas que exigen mayor precisión o alcance.
De esta forma, para Walti, quien había participado en el proyecto hasta el 2022, la forma humanoide de los robots optimus genera una contradicción que le resta viabilidad al proyecto. La crítica de Walti se basa en la utilidad del diseño para que estos puedan ser sustitutos de los humanos en las diferentes fábricas, puesto que según argumenta, el cuerpo humano no está adaptado a las tareas que se requieren dentro de la industria.
De tal modo, que imitar la forma humana podría generar que los robots pierdan eficiencia en cuanto a las tareas industriales, repetitivas y de alta precisión. El experto reflexiona en cuanto a que estos robots sustituirán al ser humano en la medida que tengan una conducción autónoma, programada y dejen de requerir la manipulación por parte de una persona para operar, lo que representa su segunda debilidad más importante.
De la industria a otros usos, robots «Optimus» pudieran tener un destino diferente
El objetivo de Musk es la capitalización de Tesla, en medio de una bajada importante en sus ventas y sus acciones, por lo tanto, Optimus es un proyecto que, aunque no ha tenido la acogida esperada en el mercado industrial, puede impulsar a la compañía, sea mediante la tan nombrada invasión de estos robots en las fábricas como en otros mercados como sustitutos de cuidadores de salud, tareas del hogar, dándole espacio a Tesla en la robótica del futuro.
