Tras treinta años de utilizar organismos transgénicos en la agricultura, algunas partes del agronegocio están reconociendo los impactos negativos en el medio ambiente.
Sin embargo, en lugar de reflexionar sobre ello, intentan presentarse como defensores de la agroecología para continuar priorizando la rentabilidad por encima del respeto a la naturaleza y a la vida. “La agroecología es una ciencia y un diálogo de saberes”, explica el integrante de la Red de Agroecología del INTA.
Después de muchos años de negación, finalmente el modelo extensivo del agronegocio está reconociendo los daños económicos, sociales y ambientales que ha ocasionado en el territorio. Este sistema, basado en el uso de insumos químicos, ha provocado impactos negativos tanto a nivel económico como social y ambiental.

Hay quienes, en un intento de aparentar una postura amigable con el medio ambiente, utilizan estrategias para “verdearse”. Esto implica apropiarse de conceptos como la agroecología y utilizarlos superficialmente como herramientas para solucionar problemas que ellos mismos han contribuido a crear. La agroecología se distingue por ser una disciplina que surge de los conocimientos y experiencias de los agricultores, fomentando el diálogo entre saberes tradicionales y científicos.

Acelerado aumento y acaparamiento de la superficie agrícola por el agronegocio
A partir de mediados de los años 90, se ha observado un rápido aumento en la superficie agrícola en Argentina debido a la adopción de prácticas como la siembra directa y el uso de cultivos transgénicos, además del empleo de fertilizantes químicos para cubrir las necesidades nutricionales de los cultivos agrícolas y el uso casi exclusivo de productos fitosanitarios de síntesis química para el control de las malezas, las plagas y las enfermedades que afectan el potencial de producción.
La agricultura extensiva convencional, con su enfoque industrial, ha demostrado ser altamente ineficiente en términos de energía, impacto social y medioambiental. El cumplimiento de los requisitos nutricionales de los cultivos se logra mediante el uso de fertilizantes sintéticos derivados del petróleo. Estos fertilizantes suelen tener una baja diversidad de macro y micronutrientes, pero son altamente solubles en agua. Además, la mayoría de estos insumos son importados que impactan en la economía de Argentina, generando elevados costos económicos y ecológicos.

Aumento del consumo de productos fitosanitarios de síntesis química
Durante las últimas décadas hemos observado un aumento significativo y preocupante en el consumo anual de productos fitosanitarios de síntesis química. En la década de los años 90, la cantidad de agroquímicos utilizados anualmente era inferior a los 50 millones de kilos o litros. En la actualidad, la cantidad de kilogramos o litros de herbicidas utilizados al año supera los 500 millones, siendo los herbicidas los productos más predominantes. Sin embargo, este incremento ha provocado la aparición de malezas resistentes a diversos principios activos utilizados en su control.
La agricultura basada en el uso de insumos químicos ha tenido efectos negativos en los suelos de la región pampeana. A medida que se especializan en la producción, los suelos sufren degradación, erosión, compactación y empobrecimiento, lo que ha generado un balance negativo de la materia orgánica y de los macro y micronutrientes afectando la sustentabilidad de los agroecosistemas.
Incremento de fertilizantes artificiales en el agronegocio
En las últimas tres décadas, ha habido un notable aumento en el consumo de fertilizantes artificiales y productos fitosanitarios sintéticos por unidad de superficie en comparación con el incremento en la productividad de los cultivos agrícolas. Este crecimiento ha sido aproximadamente doce veces mayor, lo que indica una mayor utilización de estos insumos para mantener y aumentar la producción agrícola.
Un ejemplo es el aumento en la aplicación de agroquímicos por hectárea a lo largo del tiempo. En 1991 se utilizaban 1,95 litros por hectárea, mientras que en 2020 esta cantidad se elevó a 16,11 litros por hectárea.

El agronegocio en búsqueda de un modelo más eficiente
El modelo de agricultura industrial, conocido como agronegocio, muestra una clara ineficiencia, ya que la cantidad de producto obtenido (granos) por cada unidad de insumo químico aplicado (fertilizantes y agroquímicos) está disminuyendo. Esta disminución es evidente y refleja la necesidad de buscar modelos agrícolas más eficientes porque genera externalidades negativas sobre la salud de los alimentos, del ambiente y las personas.

En la actualidad, se reconoce ampliamente que la agricultura extensiva que utiliza tecnología de insumos químicos ha ocasionado daños económicos, sociales y ambientales significativos en el territorio. Sin embargo, al mismo tiempo, intenta prolongarse y replicarse a través de diversas estrategias, como la implementación de enfoques agrícolas climáticamente inteligentes, la digitalización de la agricultura y la promoción de prácticas sostenibles para aumentar la productividad. Estas acciones buscan garantizar el desarrollo continuo del sector agrícola en armonía con el entorno natural.
La implementación de una economía verde basada en el mercado del carbono ofrece numerosos beneficios. Además de fomentar la expansión de la riqueza, también contribuye a concentrar el poder económico y establecer precios internacionales equilibrados. Asimismo, permite monetizar los valiosos servicios ecosistémicos que brindan los recursos naturales.

La agroecología es más que simples prácticas y técnicas ecológicas
La agroecología va más allá de aplicar simplemente un conjunto de técnicas ecológicas para mejorar la sostenibilidad de un agroecosistema. Es un enfoque integral que busca comprender y promover la interacción armoniosa entre los sistemas agrícolas y los ecosistemas naturales circundantes. Se basa en principios como la diversificación, el reciclaje de nutrientes, el uso eficiente del agua y la protección de los recursos naturales.
Para promover la agroecología de manera efectiva, es importante planificar y llevar a cabo un enfoque gradual. Esto implica trabajar no solo a nivel de una parcela de cultivo, sino también rediseñar y gestionar modelos productivos que prescindan del uso de combustibles fósiles. De esta manera, se busca lograr una agricultura más sostenible y amigable con el medio ambiente, resilientes al cambio climático y multifuncionales para brindar diferentes servicios económicos, ambientales y sociales.
Además, es necesario promover la creación de canales de distribución alternativos para los productos agrícolas provenientes de la agricultura familiar y campesina, como los mercados locales o de proximidad. La participación activa de los movimientos sociales es esencial para establecer conexiones y formar alianzas estratégicas entre los productores y los consumidores conscientes. De esta manera, se fomenta una relación colaborativa que promueve la sostenibilidad y el consumo responsable.
La agroecología es una herramienta versátil que aborda múltiples dimensiones, más allá de aspectos técnicos y productivos. Su objetivo principal es transformar el sistema agroalimentario actual, el cual es dominante, corporativo, globalizado, concentrado, extractivista y contaminante. Al adoptar prácticas agroecológicas, se busca promover un enfoque más sostenible y equitativo en la producción de alimentos. Al mismo tiempo, nos invita a replantearnos nuestra relación con el entorno natural y con nuestros semejantes para lograr un mundo más justo e inclusivo para todos.
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