Lechugas urbanas: alimento y control de la calidad del aire

Científicos de la Universidad Politécnica de Madrid junto con colegas de la Universidad de Copenhague proponen, además del cultivo de lechugas, el uso de redes de huertos urbanos para controlar la contaminación del aire en las ciudades.

La lechuga es recomendable en una dieta saludable y si se transporta desde 0 millas es mejor para el medio ambiente, pero ¿es seguro traerla desde la ciudad? ¿Y se pueden usar para otra cosa?

Un equipo de investigación de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) para la Investigación y el Medio Ambiente (PROMEDIAM) junto con investigadores de la Universidad de Copenhague han querido dar respuesta a estas preguntas.

Juntos realizaron un estudio en el que las lechugas estuvieron expuestas a diferentes niveles de contaminación del aire en diferentes lugares de Copenhague.

Según los resultados, una evaluación de riesgos para la salud, consumir lechuga cultivada en zonas urbanas sugiere un nivel seguro (suponiendo que se utilice tierra limpia para el cultivo y que la lechuga se lave minuciosamente antes de su consumo).

Lechugas para controlar la calidad del aire

Además, estas hortalizas, cultivadas en zonas muy expuestas a gases y polvo, se caracterizan por tener mayores concentraciones de contaminantes, por lo que pueden formar un sistema complementario a la red de estaciones fijas de monitorización de la calidad del aire.

En un estudio anterior, el equipo demostró la viabilidad de utilizar colza y repollo para controlar la calidad del aire.
Este nuevo estudio aclara algunas de las incertidumbres restantes, aunque esta vez utiliza la lechuga como potencial bioindicador.

Este trabajo está motivado por la necesidad de dar respuesta a dos problemas que enfrenta actualmente la humanidad: la escasez global de alimentos y la contaminación del aire urbano (la OMS estima que el 99% de la población enfrenta niveles de contaminación superiores a los recomendados).

Lechugas
Sistema de pseudo-hidroponía diseñado para el estudio de biomonitorización. / Miguel Izquierdo

Objetivos de la investigación sobre el cultivo de lechuga en la ciudad

Este trabajo tuvo cuatro objetivos:

  • Evaluar el uso de lechuga para medir partículas suspendidas
  • Investigar la reducción de concentraciones de contaminantes en las hojas después del lavado
  • Evaluar la biodisponibilidad de metales pesados y metaloides analizados
  • Determinar si las hojas de lechuga cultivadas en zonas urbanas con sustrato limpio fueran seguras para consumo

Para ello, se plantaron varios plantines de lechuga en diferentes puntos del centro de Copenhague (en el bulevar principal y en un parque) y en zonas suburbanas (en un huerto rodeado de bosques, en huertos familiares y junto a carreteras), así como en una cámara climática para establecer valores de referencia de los niveles.

Después de cultivarse durante un mes y medio, cada lechuga se separó en dos mitades, una de las cuales fue lavada con agua destilada. Para determinar la concentración de contaminantes se utilizaron dos métodos: extracción total y extracción por biodisponibilidad (simulando la fracción soluble en el tracto digestivo y la capacidad de absorción), analizando 24 elementos.

Resultados del estudio

Los resultados muestran una asociación entre las concentraciones acumuladas de elementos y la exposición ambiental, observándose un enriquecimiento de contaminantes antropogénicos en muestras ubicadas en el centro de las ciudades y cerca de rutas de transporte, así como un aumento en el contenido de sustancias traídas por el rocío marino en todos los lugares por tratarse de una ciudad costera.

Por lo tanto, los resultados arrojan que la lechuga se puede utilizar como un sistema complementario de bajo costo a las redes tradicionales de monitoreo de la calidad del aire para medir partículas y contaminantes inorgánicos.

En segundo lugar, lavar las muestras redujo hasta 20 veces las concentraciones de algunos elementos asociados con el tráfico vehicular y otras actividades industriales, lo que sugiere que están asociados principalmente con partículas depositadas en las superficies de las hojas y no se transfieren a los tejidos.

Así que algo tan simple como lavar los alimentos cultivados en huertos urbanos antes de comerlos puede reducir significativamente la cantidad de sustancias tóxicas adheridas.

Evaluar los riesgos de las lechugas urbanas para la salud humana

En tercer lugar, como ya confirmó previamente el grupo de investigación PROMEDIAM de la UPM, el ratio de biodisponibilidad de metales y metaloides es muy inferior a su contenido total.

Por esta razón, los consultores ambientales y las autoridades públicas deben tener en cuenta este parámetro al caracterizar los sitios y evaluar adecuadamente los riesgos para la salud humana, para no sobreestimar el nivel de riesgo y, por lo tanto, subestimar las acciones de mitigación, descontaminación o, si se realiza, a menor costo económico y menor impacto ambiental.

Finalmente, se confirmó que la concentración presente en la lechuga cultivada en sustratos limpios no excedió las restricciones legales otorgadas por la Comisión Europea. Además, su consumo tampoco excedía los niveles máximos de ingesta tolerable recomendados por las principales agencias de la salud (EFSA y NAM).

Sin embargo, Miguel Izkserdo, uno de los investigadores de UPM involucrados en la investigación destacó: “para hacer extensivos estos resultados y garantizar la adecuación de los alimentos cultivados en zonas urbanas que contribuyan a luchar contra la crisis alimentaria mundial, se deberá examinar el aporte de otros productos agrícolas y en ciudades con peores índices de calidad del aire”.

Referencia: 

Izquierdo-Díaz, M. et al. Assessment of lettuces grown in urban areas for human consumption and as bioindicators of atmospheric pollution. Ecotoxicology and Environmental Safety, 2023

Ecoportal.net

Con información de: Universidad Politécnica de Madrid (upm.es)