En México hay un tema complicado con la energía, pero no es por sequías, hay un conflicto con el gas natural, que puede llevar al país a tomar una de las peores decisiones existentes. Si hacen esto, es muy posible que se destruya todo a su paso, por simplemente explotar un recurso.
¿Una solución energética a un alto costo ambiental? Esta es la peor decisión que podría tomar México
Entre México y Estados Unidos crecen las tensiones, ya vimos como lo que puede iniciar la guerra no serán aranceles ni inmigrantes, sino esto en el desierto. A estos conflictos se une la presión por disminuir la dependencia energética con Estados Unidos.
Con estos problemas, México está planeando tomar una alternativa muy polémica: el fracking. Una opción que, si bien, permite explotar el gas natural de forma eficiencia, lleva a un costo ambiental demasiado alto. Y lo peor es que, no se puede revertir estas consecuencias.
El fracking, o fracturación hidráulica, es una técnica para extraer gas natural que se encuentra atrapado en formaciones de roca subterránea, especialmente en el esquisto (shale). El proceso es perforar pozos a grandes profundidades y luego inyectar una mezcla de agua, arena y productos químicos a alta presión.
Con la presión, se fractura la roca y deja que el gas fluya hacia el pozo, desde donde puede ser extraído a la superficie. Aunque suene como una alternativa viable que puede ayudar a la independencia energética y mejorar la economía, el costo ambiental lo hace una de las peores decisiones.
Estos son solo algunas de las graves consecuencias ambientales del fracking
México tiene un problema con el gas natural necesario para la energía. Cerca del 70 % de gas natural usado en el país, es importado de Estados Unidos, este mecanismo genera conflictos, pues dependemos casi en la totalidad de los vecinos y puede provocar fallas como este apagón masivo que sucedió hace poco.
Ante esto, México está pensando en la explotación de gas mediante fracking, una terrible idea. Se trata de una práctica altamente invasiva y dañina para el medio ambiente. En las regiones donde se lleva a cabo, genera sismos inducidos por la presión ejercida en las capas subterráneas.
Además, produce contaminación en los acuíferos, ya que usa millones de litros de agua mezclada con productos químicos tóxicos que, al ser inyectados en la tierra, pueden filtrarse y llegar a las fuentes de agua potable. Creando enfermedades respiratorias y presencia de metales pesados en el agua.
Pero no es todo, el fracking libera gases como el metano, un potente gas de efecto invernadero, directamente a la atmósfera. El metano tiene un impacto climático mucho mayor que el dióxido de carbono a corto plazo, lo que agrava la crisis ambiental global.
¿Solución o complicidad para terminar de dañar el medio ambiente?
Con tantas desventajas ambientales, ¿valdrá la pena la independencia energética frente a la destrucción ambiental? Existiendo otras opciones de energía sustentables y verdes como la eólica y solar, esto es un retroceso frente a la transición energética que tanto se busca.
De hecho, hay una mina que está secando los ríos por explotar este recurso. Aun así, con todas las consecuencias y hechos, para las grandes empresas como Pemex, las reservas del país están casi agotadas, y el gas de esquisto representa una oportunidad.
Pero, ¿vale la pena comprometer los recursos naturales, la salud de la población y estabilidad de los ecosistemas por beneficios económicos a corto plazo? El tiempo se agota para mejorar el planeta y reducir la huella de carbono, si no se enfocan en energías verdes, la Tierra aguantará poco.
Por tanto, el fracking en este momento, sería la peor decisión que podría tomar México. Comprometiendo al ambiente, la salud pública y el futuro de las nuevas generaciones, la independencia que se logre hoy, será totalmente absurda frente al problema ambiental del futuro.