Moda sin transparencia
La mayoría de las principales marcas de moda en Brasil se niegan a revelar datos sobre proveedores. El análisis muestra que 38 de … Leer Más
La mayoría de las principales marcas de moda en Brasil se niegan a revelar datos sobre proveedores. El análisis muestra que 38 de … Leer Más
Realizamos un consumo responsable de ropa? La respuesta es no. Compramos un 60 % más de ropa que hace una década, aunque, paradójicamente, … Leer Más
El algodón es uno de los textiles más ampliamente producidos, pero sus impactos en el planeta no son ampliamente conocidos. La producción de … Leer Más
Conscientes del daño que los químicos e insecticidas utilizados en la obtención de algodón hacen al medio ambiente y a las personas que … Leer Más
China logró hacer germinar una semilla de algodón en la luna, pero fallas técnicas no pudieron sostener la planta viva. China logró, a … Leer Más
Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata advierten que los residuos del glifosato, peligroso herbicida con … Leer Más
Nota sobre Sina Trinkwalder y su emprendimiento Manomama, revindicando la producción local de ropa. Augsburg, Bavaria, Alemania. Junio 2016
Investigadores españoles han desarrollado un sencillo análisis que determina en muestras de sangre menstrual la presencia de contaminantes orgánicos, tanto parabenos como benzofenomas. Estos compuestos se usan frecuentemente en productos cosméticos, artículos para el hogar y fármacos. Los expertos hallaron al menos 3 de los 10 compuestos tóxicos estudiados en todas las muestras, pertenecientes a 25 mujeres españolas.
La moda sostenible quiere acabar con el concepto de “usar y tirar” y promueve la elaboración “ética” de las prendas. Además, los tejidos se caracterizan por ser materiales orgánicos que evitan la aparición de alergias y cuidan el medioambiente.
El Glifotest es un sensor para detectar el herbicida de manera rápida y sencilla en muestras de agua, suelo y alimentos, mediante bacterias modificadas genéticamente.
Hace unos siglos, la industria de biotecnología hubiera podido comprar una bula para expiar sus pecados y obtener la redención. Pero en su ecológica encíclica “Laudato si”, el papa Francisco condenó a los organismos genéticamente modificados (OGM) sin perdón posible.
Es raro el verano que no acaba con una noticia que refleje la dura convivencia entre el desarrollo y la conservación de la naturaleza en uno de los destinos turísticos por antonomasia: el Caribe. Por un lado, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente de México dictaminó la suspensión total de un nuevo desarrollo turístico en Cancún, centro neurálgico de las visitas al Caribe, y por otro Nicaragua incluía entre sus cinco ecosistemas en mayor riesgo de desaparición los bosques de bambú del litoral de este mar del Atlántico Norte. Precisamente los arrecifes de coral del Caribe figuran entre los diez ecosistemas en mayor riesgo de extinción del planeta.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) aprobó las semillas de algodón y soya transgénicas de Monsanto resistentes al herbicida Dicamba, altamente tóxico. Unas semanas antes, las autoridades agrícolas de ese país habían aprobado la siembra de soya y maíz transgénicos resistentes al herbicida supertóxico 2-4 d de Dow Agrosciences. Simultáneamente, la EPA, agencia supuestamente de protección ambiental, autorizó a esa empresa la venta de Enlist-Duo, un agresivo tóxico mezcla de 2-4 d y glifosato. Estas decisiones se tomaron contra miles de cartas de activistas, agricultores y científicos, con evidencia de impactos graves contra la salud, el ambiente y los agricultores.
El maíz transgénico eleva el riesgo de padecer cáncer, malformaciones congénitas y abortos espontáneos, por lo que su uso debe ser prohibido, afirmó el académico del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Emmanuel González-Ortega.
Bastaron solo 40 años de acción humana para acabar con una de las maravillas del mundo, el cuarto lago mas grande del mundo ha llegado a su fin.
Las trasnacionales Monsanto, Bayer, Almidones Mexicanos y CPIngredientes derramaron por accidente 800 toneladas de maíz y algodón transgénicos en territorio nacional, entre 2010 y 2013, revelan reportes oficiales. A pesar de que ello ha implicado la contaminación del ambiente, hasta la fecha ninguna autoridad federal las ha sancionado.