Angkor y Mayas pueden enseñarnos sobre la resiliencia climática
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Es comprensible que cuando uno se enfrenta a un monstruo dispuesto a dominarnos la tentación sea volverse para enfrentarse a él cara a cara y combatirlo denodadamente. Esto valdría para describir prácticamente todas las revoluciones y movimientos de liberación habidos hasta ahora, y hay situaciones en las que no se puede evitar actuar así. Pero este no es el modo en que vamos a proceder nosotros. No vamos a enfrentarnos al monstruo consumista-capitalista. Lo que vamos a hacer es, de hecho, ignorar a muerte al capitalismo.
Entrevista con el filósofo Claudio Naranjo: Sólo hay dos cosas que pueden hacer que el mundo se transforme: un cambio personal y una nueva educación. Los propios maestros, por mucho que critiquen el sistema, son responsables de que éste siga funcionando. El colapso del sistema es nuestra única esperanza para construir algo mejor.
El mundo como lo conocemos está llegando a su fin. Años más, años menos, si hay algo que está claro para todos es que la nave en la que está embarcada la humanidad, está haciendo agua por todos lados, está llena de agujeros e irremediablemente se hundirá más pronto que tarde. Este barco va a hundirse porque no soporta el peso de las armas, del oro, de los automóviles; ni de las desigualdades y las injusticias con las que está construido. Pero hay una oportunidad.
El hecho de que un colapso civilizatorio resulte una posibilidad nada inverosímil, y que por lo tanto quepa que, en un futuro no muy lejano, en lugar de estar discutiendo acerca de los metros de playa perdida en las zonas turísticas, o acerca de los costes marginales del incremento de muertes de ancianos por olas de calor, nos encontremos estimando cuántos pequeños grupos de cazadores-recolectores se las apañarán para sobrevivir en las estepas de una Europa devastada y empobrecida; el hecho de que semejante colapso sea posible debería bastar para impulsar políticas ambiciosas de lucha contra el cambio climático. No podemos seguir escondiendo la cabeza bajo el ala y posponiendo la acción eficaz: el tiempo se nos está acabando.
Supongamos que no lucháramos contra el capitalismo. Tarde o temprano el sistema igualmente colapsaría ya sea desde el punto de vista ambiental, financiero o social. El modo de extracción de los recursos y la acumulación de capital no son sustentables en sí mismos lo que llevaría a un agotamiento tal que los recursos del planeta no darán para más. Esto pareciera una invitación a cruzar los brazos y esperar su colapso. No. No es así. Con mayor razón nos lanza a buscar acabarlo antes de que nos acabe, antes de que nos deje sin nada sobre qué construir otra vida que garantice la felicidad para toda la humanidad.