Conoce la ecoaldea "Aldea Feliz"
Conoceremos la iniciativa de unos jóvenes que crearon una Ecoaldea, llamada Aldea Feliz, que busca la creación de una sociedad consiente, amigable con … Leer Más
Conoceremos la iniciativa de unos jóvenes que crearon una Ecoaldea, llamada Aldea Feliz, que busca la creación de una sociedad consiente, amigable con … Leer Más
Dejas atrás el estrés, vivir en armonía con el entorno, tratar de mejorar las relaciones humanas con tiempo suficiente: las ecoaldeas, un fenómeno que no es nuevo en Occidente, pero que ahora se convierte en tendencia masiva y donde España está liderando las intenciones de mejor calidad de vida.
“A veces hay una nostalgia intensa de tener otro tipo de vínculos, de sentirnos más conectados como personas, un anhelo de pertenencia, una búsqueda de comunidad”. Son palabras de Mauge Cañada, portavoz de la Red Ibérica de Ecoaldeas RIE y miembro de Lakabe, una ecoaldea de Navarra que lleva 34 años activa. Detrás de este movimiento de comunidades ecológicas que algunos podrían definir de hippismo trasnochado, se esconde toda una cultura de ‘lo nuestro’ que se instala cada vez con más fuerza en diferentes zonas del planeta, España incluida. Quizás, una de las razones sea que la crisis económica ha despertado la conciencia de mucha gente que ha visto el regreso a lo colectivo y natural como una alternativa de cambio. “Hay un mayor interés por una vuelta al campo y a una vida más plena. Lo vemos como una opción de generar economía a una escala más humana, con recursos y emprendimientos más asequibles“, explica Mauge.
Cooperativa Árbore Veinte fue el número de personas que iniciaron el proyecto Árbore que ahora mismo aglutina a 330 unidades de consumo. Esas veinte personas pretendían consumir de otra forma, hacer del consumo necesario para la vida un acto político en la cotidianidad.
Un cambio de forma de vida requiere de un cambio en la emoción que nos impulsa. Iniciativas como las comunidades en transición hacia un mundo más resiliente nos invitan a pasar de la rabia que nos produce la lucha contra el sistema a impregnarnos de la energía creadora de ser parte de proyectos que sean el cuerpo del cambio que queremos ver en el mundo.
Decrecer para aliviar la crisis ambiental, lo cual resulta tan obvio y tan simple que ningún gobernante del planeta lo recuerda a la hora de formular políticas ambientales. El consumo es la gran variable olvidada en toda estrategia de gestión ambiental. Con nuestra actitud responsable como consumidores, podemos gobernar el sistema mundial.
En el escenario de un mundo de creciente escasez energética, la permacultura podría sentar las bases para una sociedad más frugal y una cultura de adaptación descendente en el consumo de energía, desarrollando estrategias que combinen creativa y modularmente elementos y lógicas de la modernidad, con otras que surgen de una observación meticulosa de la naturaleza y del rescate de las culturas premodernas.
A lo largo del presente discurso, he ido desgranando cursos de acción susceptibles en nuestra óptica de procesar las problemáticas que se han cernido sobre nuestras respectivas existencias. Reconociendo que los cambios culturales, en palabras sencillas, el cambio de hábitos afianzados, son en extremo difíciles. Tampoco son imposibles. Y está demostrado que la persona en situaciones límite aguza su ingenio. Ya pasó el tiempo de las advertencias. Es hora de que cada uno – en los ámbitos que frecuente públicos o privados – proceda en consecuencia.