¿Qué es la soberanía alimentaria ?

Comer: masticar y desmenuzar el alimento en la boca y pasarlo al estómago, según la definición de la Real Academia Española. Comer, sin embargo, es mucho más que tragar alimentos. Comer de manera sana y consciente implica preguntarse de dónde viene lo que consumimos, cómo se ha elaborado, en qué condiciones, porque pagamos un determinado precio.

Coca-Cola es así

Gracias por compartir felicidad”, nos dice el último anuncio de Coca-Cola, pero mirando de cerca parece que Coca-Cola de felicidad más bien reparte poca. O sino que se lo pregunten a los trabajadores de las plantas que la multinacional pretende cerrar ahora en el Estado español o a los sindicalistas perseguidos, y algunos incluso secuestrados y torturados, en Colombia, Turquía, Pakistán, Rusia, Nicaragua o a las comunidades de la India que se han quedado sin agua tras el paso de la compañía. Por no hablar de la pésima calidad de sus ingredientes y el impacto en nuestra salud.

Un menú con alimentos kilométricos para Navidad

Llega la Navidad y también las comidas familiares, con amigos… La Navidad es una fiesta eminentemente gastronómica. Junto a los clásicos de estas fechas, como los canalones, la escudella, los polvorones y los turrones, encontramos, cada vez más, platos como los langostinos, la ensalada de piña, el foie gras, entre otros. Pero, ¿de dónde vienen estos alimentos? ¿Cuántos kilómetros han recorrido antes de llegar a nuestro plato? ¿Cómo han sido elaborados?

McDonald's: de la comida basura al trabajo porquería

En McDonald’s, la calidad de su comida es tan baja como los salarios que paga. Alimentos low cost para consumidores con ingresos bajo mínimos. La misma mano de obra que explota, a quien paga un salario de miseria, es la misma que, con tan pocos ingresos, solo le quedan los McMenús de 4,90€. Una legión de trabajadores pobres, que salen muy baratos, pero con retribución suficiente para pagarse un Big Mac o una Cheeseburguer. Negocio redondo.

Agricultura y alimentación, nombre de mujer

Cuando hablamos de agricultura y alimentación, pocas veces hacemos referencia al papel clave que las mujeres han tenido y tienen en la producción, la distribución y el consumo de los alimentos. Como todo trabajo de cuidados, la comida ha quedado relegado al baúl de los invisibles. Pero, la agricultura y la alimentación tienen nombre de mujer, y es imprescindible visibilizar y dar valor a lo que comemos y a cómo comemos, señalando que esto es cosa de todos.

Los juegos del hambre

La crisis alimentaria azota el mundo. Se trata de una crisis silenciosa, sin grandes titulares, que no interesa ni al Banco Central Europeo, ni al Fondo Monetario Internacional, ni a la Comisión Europea, pero que afecta a 870 millones de personas, que pasan hambre, según indica el informe ‘El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2012’, presentado esta semana [09/10] por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Grupos de consumo: otra agricultura y alimentación es posible

¿Qué comemos? ¿De dónde viene aquello que consumimos? ¿Cómo se ha producido? Son algunas de las cuestiones que preocupan cada día más a una parte significativa de personas. Frente al empobrecimiento del campesinado, la perdida de agrodiversidad, los escándalos alimentarios… son muchos quienes reivindican recuperar la capacidad de decidir sobre las políticas agrícolas y alimentarias.

¿Hay que pagar la deuda?

La deuda es hoy una cuestión central en la agenda social y política. En su nombre se llevan a cabo privatizaciones, recortes, ajustes y, en definitiva, se transfiere el coste de la crisis a la mayor parte de la población. Pero, ¿a quién beneficia la deuda? ¿Quién la contrajo? ¿A qué ha servido? ¿Quién debe pagarla? A estas preguntas buscan respuesta aquellos que en el seno del movimiento indignado plantean una auditoria ciudadana de la misma.

Avanzando en un cooperativismo agroecológico

Frente a un modelo de consumo y producción agrícola capitalista que nos conduce a una crisis alimentaria, climática, y del campo sin precedentes, se anteponen otras prácticas desde abajo y a la izquierda en la producción agrícola, la distribución y el consumo. Se trata de experiencias que buscan establecer una relación directa entre el productor y el consumidor, a partir de unas relaciones solidarias, de confianza, cooperativas, locales, planteando alternativas viables al sistema actual.

Somalia. Los porqués del hambre

La emergencia alimentaria que afecta a más de 10 millones de personas en el Cuerno de África ha vuelto a poner de actualidad la fatalidad de una catástrofe que no tiene nada de natural. El hambre no es una fatalidad inevitable que afecta a determinados países. Las causas del hambre son políticas. ¿Quiénes controlan los recursos naturales (tierra, agua, semillas) que permiten la producción de comida? ¿A quiénes benefician las políticas agrícolas y alimentarias? Hoy, los alimentos se han convertido en una mercancía y su función principal, alimentarnos, ha quedado en un segundo plano.

Del anticapitalismo y el ecologismo como alternativa política

Anticapitalismo es el término que se ha ido imponiendo para designar un horizonte de ruptura con el actual orden de cosas. A menudo se señala críticamente el carácter negativo del concepto, pero esto es sólo una verdad a medias puesto que el anticapitalismo, como lo entendemos buena parte de quienes nos situamos en este campo, desemboca directamente en la formulación de propuestas alternativas a las políticas dominantes que apuntan hacia otro modelo de sociedad.

La crisis alimentaria golpea de nuevo. La especulación alimentaria y la 'petrodependencia' como detonantes

La presente crisis se da en un contexto de abundancia de alimentos. La producción de comida se ha multiplicado por tres desde los años 60, mientras que la población mundial tan sólo se ha duplicado desde entonces. Por lo tanto, comida hay. No se trata de un problema de producción sino de un problema de acceso a los alimentos, a diferencia de lo que puedan afirmar las instituciones internacionales (FAO, BM, OMC), que instan a aumentar la producción a través de una nueva revolución verde, la cual no haría más que agravar la crisis alimentaria, social y ecológica que enfrentamos.

Mujeres de maíz

Frente a este modelo agrícola neoliberal, intensivo e insostenible, que se ha demostrado totalmente incapaz de satisfacer las necesidades alimentarias de las personas y el respeto a la naturaleza, y que es especialmente virulento con las mujeres, se plantea el paradigma alternativo de la soberanía alimentaria. Y es necesario que esta soberanía alimentaria sea profundamente feminista e internacionalista, ya que su consecución sólo será posible a partir de la plena igualdad entre hombres y mujeres y el libre acceso a los medios de producción, distribución y consumo de alimentos, así como a partir de la solidaridad entre los pueblos, lejos de las proclamas chovinistas de “primero lo nuestro”.

Consumo agroecológico, una opción política

Si consideramos a los grupos de consumo como un instrumento de transformación político y social, con voluntad de oponerse a un determinado modelo de producción y distribución en manos de la industria agroalimentaria, la perspectiva de acción política colectiva es fundamental. Una opción que sólo busque el “comer bien” fácilmente puede ser cooptada por un discurso y una práctica capitalista verde. En Catalunya, por ejemplo, han surgido los supermercados Veritas que venden productos certificados como ecológicos, pero donde lo mismo da si una manzana es africana que catalana siempre y cuando esté certificada. En éstos, los criterios de proximidad, derechos laborales, etc., no distan mucho de los de la gran distribución.

Anticapitalismo y justicia climática

El capitalismo verde se apunta a la carrera del cambio climático, aportando una serie de soluciones tecnológicas (energía nuclear, captación de carbono de la atmósfera para su almacenamiento, agrocombustibles, etc.) que generarán mayores impactos sociales y medioambientales. Se trata de soluciones falsas al cambio climático que intentan esconder las causas estructurales que nos han conducido a la situación actual de crisis y que buscan hacer negocio con la misma, a la vez que plantean la contradicción entre el cálculo cortoplacista del capital y los ritmos largos del equilibrio ecológico.