Una ciudad frutal donde la fruta crece en la vereda y es de todos
Necochea Ciudad Frutal es un colectivo autogestionado que promueve activamente la plantación de árboles frutales en espacios públicos y genera huertas comunitarias en … Leer Más
Necochea Ciudad Frutal es un colectivo autogestionado que promueve activamente la plantación de árboles frutales en espacios públicos y genera huertas comunitarias en … Leer Más
El Ayuntamiento y la empresa Huertum buscan normalizar las prácticas responsables con el medio ambiente a través de la instalación de huertos ecológicos … Leer Más
Según un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) basado en una encuesta llevada a cabo en 110 municipios de 23 países, las principales ciudades latinoamericanas y del Caribe cultivan plantas y crían animales en espacios urbanos.
¿Te imaginás una bicisenda que tenga huertas en su recorrido y genere energías renovables? Parece años luz de casa, pero los habitantes de la ciudad alemana de Berlín están cerca de disfrutarlo.
Hace tres años en Vancouver, Estefanía Bravo y Manuel Mateo iniciaron la grabación de un documental sobre huertas comunitarias que siguen rodando en Asturias con varias iniciativas similares.
La agricultura orgánica se abre creciente espacio en Argentina, el líder latinoamericano del sector y el segundo del mundo después de Australia, como parte de la reacción de un modelo que desilusionó a los productores y comienza a asustar a los consumidores.
La Municipalidad de Villa María contará con la construcción de viviendas sociales que pensarán en el cuidado del medio ambiente y el uso consciente de los recursos naturales.
África vive una lucha por tierras vírgenes, pero esta vez no son británicos, portugueses, franceses ni otros colonialistas los que buscan ocupar zonas baldías, sino que es la población de las ciudades la que se vuelca a la agricultura urbana en un contexto de escasez de alimentos.
En Argentina, las huertas urbanas comenzaron a aparecer hacia la década de 1980, de la mano de la revolución verde y en contraposición al comienzo de la agresiva producción con agroquímicos. Numerosas personas empezaron a sembrar el fondo de su casa, en espacios comunitarios o en terrenos abandonados, con la simple idea de vincularse a la tierra y autogestionar su sustento, y con la convicción de generar alimentos sanos, frescos y naturales, libres de venenos.