Enfermedades causadas por el móvil
Todos los años se realizan estudios sobre el uso que hace la sociedad de los teléfonos móviles, y la conclusión es siempre la … Leer Más
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Los Path, son una familia del sur de Georgia que vive en una granja. Está vivenciando la crianza de sus hijos sin tecnología y al parecer … Leer Más
El reciclaje es crucial, pero hacerse con aparatos electrónicos y eléctricos reparables contribuye a generar menos residuos Reparar es tendencia, un movimiento global … Leer Más
Hace años que sigo alertando sobre los efectos de las radiaciones en la población y los seres vivos de los sistemas de radar … Leer Más
Actualmente vivimos en una sociedad en la que todos nos encontramos pegados a nuestros móviles las 24 horas del día. El móvil, en los … Leer Más
Con el simple gesto de hacer una fotografía puedes encontrar cualquier flor del mundo, incluso sin estar conectado a Internet.
El cargador funciona por la combinación de dos reactivos, en este caso sería hidrógeno y oxígeno encerrados en un espacio. Los átomos de hidrógeno del agua salada adentro de la tarjeta entran en las células de energía, donde una reacción química captura sus electrones, generando electricidad.
Tirarlo a la basura no es una opción. Seguro que la primera alternativa quete viene a la mente es venderlo. Ese es quizá el mejor uso, al menos el más lucrativo, que le podrías dar a tu teléfono inteligente que acabas decambiar por otro más moderno y probablemente más grande.
¿Sabrías identificar todas las plantas que aparecen en la imágen aquí arriba?
Un desierto de polvo y humo negro, y cientos de niños que rebuscan entre metales para poder subsistir. Esta es la imagen que presenta el barrio de Agbogbloshiela capital de Ghana. En esta barriada de uno de los países más desarrollados del continente africano se encuentra el segundo vertedero tecnológico más grande del mundo. Cientos de toneladas de chatarra electrónica llegan cada año a este suburbio para ser recicladas de forma barata, o en el mejor de los casos, reparadas y vendidas.
Hace 15 años atrás nadie creería que esto de tener un celular fuera una necesidad. Hoy, si no tenés uno, sos tildado de hippie roñoso abstraído de tus capacidades de lobby personal. Una pena. La cuestión es que nadie nos obliga a tener un aparato de telefonía móvil, pero de alguna forma estamos entre la espada y la pared. La espada de la presión social y la pared de la cuasi marginalidad relacional.
De la mano del desarrollo tecnológico aumenta la exposición a la contaminación electromagnética, acentuada por la creciente expansión de telefonía móvil. Preocupan cada vez más los peligros asociados a la exposición a radiaciones provenientes de redes eléctricas -alta tensión y domiciliarias- y antenas de telefonía móvil, entre otras.