La industria automotriz en México siempre ha sido un motivo de orgullo, pues durante muchos años, las grandes marcas del mundo han elegido este país para fabricar millones de autos que luego se venden en todo el continente y más allá, sin embargo no todo es perfecto y mientras unas vienen otras se van y ahora, se espera una crisis. Acá te contamos los detalles.
Un gran dilema en México
Con sus fábricas gigantes y miles de empleados, la industria automotriz, se convirtió en un pilar clave para la economía de México, pero esta estabilidad, que parecía tan fuerte como el metal de los autos, ahora está empezando a fallar.
Últimamente, vemos noticias bastante preocupantes, pues los reportes dicen que se están haciendo menos autos, hay rumores de que cierran fábricas y el ambiente es tenso. El negocio de los autos está pasando por muchos problemas a la vez.
Una pequeña pieza y un problema enorme
Mientras las ventas de coches eléctricos se disparan, la situación en México se complica. La alarma más fuerte la encendió la marca japonesa Honda, que paró por completo sus líneas de producción en Celaya, Guanajuato. ¿La razón? Ya no tienen chips semiconductores.
Esos pequeños componentes, del tamaño de una uña, son esenciales para que funcionen los sistemas de seguridad, el manejo y la conectividad de cualquier coche moderno, pero el problema es que esta crisis no nació en México.
Todo empezó con una gran empresa de chips llamada Nexperia. El gobierno de Países Bajos intervino la empresa (que antes era china) para proteger su tecnología y China, molesta, detuvo el envío de chips, lo que terminó perjudicando a Honda.
Un efecto dominó en todo el continente
Lo peor es que este problema de los chips es un efecto dominó que afecta a todo el continente. Los jefes de marcas tan grandes como Nissan y Mercedes-Benz ya han reconocido que la situación es grave. En el caso de Nissan, avisaron que solo tenían chips para aguantar hasta la primera semana de noviembre.
Si el conflicto no se resuelve pronto, muchas más fábricas en México, Estados Unidos e incluso Sudamérica podrían parar en cuestión de semanas, pues es muy difícil reemplazar a un proveedor de estos componentes tan específicos.
Es una pelea de poder entre países, pero el problema es que los autos modernos usan piezas de todos los continentes, así que cuando la política internacional se rompe, las líneas de ensamblaje en Latinoamérica son las primeras en sufrir las consecuencias.
Todos salieron perdiendo
Este golpe no solo se ve en los números, sino que afecta a las personas. Al parar la producción, como hizo Honda, los turnos de trabajo se reducen y cientos de empleados quedan esperando, llenos de dudas sobre lo que pasará y aunque la empresa no ha dicho que vaya a despedir gente, la preocupación es real.
El silencio en las enormes líneas de producción de la planta de Celaya nos muestra una verdad muy dura: el empleo de miles de familias mexicanas depende hoy de una pieza del tamaño de una moneda, que es el centro de una pelea política que ocurre muy lejos.
Sin duda, la industria automotriz de México está bajo mucha presión. Hay buenas noticias con algunas nuevas inversiones, pero el peligro de los problemas externos, como esta guerra de chips, es muy grande. Para que México pueda salir adelante y que las fábricas sigan trabajando, es clave que se resuelvan los pleitos internacionales y que el país asegure que tiene los recursos básicos, de lo contrario, las cosas serán tan decepcionantes como las nuevas estafas de Uber.
