Por otro lado –y aunque pareciera difícil de creer–, todas las dietas y hábitos de consumo alimenticio tienen desventajas. Asumir que sería posible que todos los seres humanos compartiéramos la misma dieta, es implicar que todos necesitamos consumir los mismos nutrientes y en cantidades similares. Pero, ¿cómo saber lo que es más saludable para cada uno?
La forma de comer no puede ser universal
Antes de decidirnos por una dieta específica, hay que revisar muchos asuntos. No dejemos de considerar que cada tipo de dieta implica también un presupuesto económico diferente. En el caso de la dieta vegana, hay que tener mucho cuidado para no dejar de consumir ciertos nutrientes que son fácilmente encontrados en alimentos de origen animal. Eso a veces significa gastar en suplementos alimenticios, cuyos precios no están al alcance de todos. Además se sugiere aumentar el consumo de nueces y semillas que, en algunas partes del mundo, tienen precios muy elevados, en comparación con otros alimentos.
Otra cosa a considerar es que la información que tenemos sobre alimentación saludable es muchísima, cambia todo el tiempo, es controversial y generalmente está ligada a intereses políticos y culturales que poco tienen que ver con nutrición. Mientras que muchas fuentes aseguran la efectividad y beneficios de una dieta vegana, otras dirían todo lo contrario.
La dieta vegana responde a una ideología, no a la naturaleza
De cualquier forma, el discurso a favor de la dieta vegana se ha endurecido y ha crecido mucho en la última década. De hecho, se considera al veganismo como un estilo de vida (no como una dieta) que involucra valores como cuidado del medio ambiente y compasión por todas las formas de vida. Algunas manifestaciones de ese discurso (como algunas de las múltiples cuentas de influencers veganos en Instagram y Youtube) tienen la misión de universalizar su manera de pensar y atacan duramente a quienes no la están siguiendo.
La crueldad hacia los animales ha pasado de ser una denuncia a ser recurso retórico del discurso vegano. Es cierto que gran parte de la industria de alimentos de origen animal mantiene al ganado en pésimas condiciones, pero las definiciones sobre lo que es la crueldad y la violencia pueden mutar de cultura a cultura y de persona a persona. Comer carne en muchos lugares del mundo es tradicional y, como cualquier tradición, puede ser sometida al cuestionamiento, a la revaloración y al cambio; pero eso no significa que la connotación del acto, para quien lo ejecuta, sea negativa.
Argumentos a favor del veganismo
En agosto de 2016, George Monbiot publicó en The Guardian un artículo en el que explica sus razones para haberse convertido en vegano. Mientras que su discurso no es radical o acusatorio, sí plantea la dieta veganacomo la opción que todo mundo debería elegir si queremos sobrevivir como especie en este planeta. Su argumento más fuerte es que la crianza de ganados implica una sobreexplotación de la tierra, que amplifica radicalmente la presencia humana, quitando espacio para el desarrollo de la flora y fauna silvestres.Adicionalmente, explica que no tiene sentido invertir terrenos en sembrar granos para alimentar animales que nos vamos a comer, si podrías simplemente comer esos granos y ya no usar espacio para mantener animales. Finalmente, explica que las industrias de los productos de origen animal, no están propiamente reguladas por los gobiernos y están plagadas de corrupción, por lo que él se rehúsa a contribuir con su desarrollo a través del consumo de lo que producen.
La respuesta de Jimmy Smith, director general del Instituto Internacional de Investigaciones Agropecuarias
Para Jimmy Smith, que se dedica a investigar el asunto, el problema no se va a resolver tan fácilmente. En respuesta a Monbiot, Smith publicó también en The Guardian, sus propios argumentos. Empieza por explicarnos que, aunque él apoya cualquier medida que uno tome en cuanto a su dieta para reducir el impacto negativo de su huella ambiental, el veganismo no va a ayudar a cumplir un desarrollo verdaderamente sustentable a nivel global. Su argumento central es que las dietas inclusivas utilizan su entorno de forma más óptima que las restringidas. Por otro lado, por razones ligadas a la geografía, no todas las personas pueden llevar a cabo una dieta basada en vegetales. Smith afirma que “el 60% del África Sub-sahariana está cubierta por tierras secas”, en ellas se mantiene ganado y no se pueden mantener plantíos.
En este sentido el ganado es muy importante para la supervivencia de mucha gente en África. Además los alimentos de origen animal son caloricamente densos y tienen nutrientes que muchas personas no pueden conseguir de otras maneras. En zonas muy pobres, poseer animales hace toda la diferencia. Para él tiene más sentido concentrarse en dos cosas. Por un lado, acciones que quienes tienen suficientes recursos pueden realizar (como moderar el consumo de alimentos, que en algunos países es excesivo y reducir el desperdicio de comida que es, según Smith, muy alto) y, por el otro, concentrarse en mejorar las condiciones en las que se hace ganadería y crianza de animales. Lo más sustentable, nos dice, sería hacer el mejor uso posible de todos los recursos disponibles, buscando ampliar sus beneficios, reduciendo el impacto en el medio ambiente.
Comer de forma sustentable, es comer lo que el entorno ofrece sin sobreexplotarlo
Smith explica, en su respuesta a Monbiot, que el veganismo es evidente como respuesta en una sociedad de mucha abundancia económica, que tiene muchas opciones a su disposición. De alguna forma, ser vegano podría ser considerado sustentable en donde no hay crianza de animales, como en las grandes ciudades occidentales (aunque tampoco hay mucha producción de vegetales). Más allá de Smith, podríamos pensar que tal vez hay pistas, que ya no podemos seguir ignorando, en la forma de comer que corresponde a nuestras dietas tradicionales. Sin irnos tan lejos (como a lo precolonial) los platillos que reconocemos como parte de nuestras gastronomías locales posiblemente están preparados con recursos que se dan naturalmente en nuestras tierras. Como dijimos al principio las dietas no son casualidad, responden a su contexto, pero es posible que al decidir seguir una tendencia estemos ignorando por completo al entorno que nos rodea.
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