El homenaje a la Madre Tierra

Los festejos en honor a la Pachamama varían según la región, pero todos son para la naturaleza “protectora” y fecunda de la tierra. Algunos toman una mezcla de caña con ruda macho que han preparado por días, el brebaje se prepara con anticipación para que macere: se compra una botella de caña, se echan dentro algunas hojas de ruda, se la cierra y se la guarda.

Llegado el momento, se la sirve a los seres queridos para que tengan un buen año. En el noroeste del país también se estila colocar amuletos: en el tobillo, la muñeca o el cuello, se ata un hilo blanco y negro de lana de llama o de oveja, hilado hacia la izquierda, y se lo conserva puesto hasta que se rompa.

Otros ofrendan comida cocida en una olla de barro directamente en la tierra. Festejar a la Pachamama es una costumbre que se extiende cada vez más.

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El 1 de agosto se celebra el Día de la Pachamama. Se trata del festejo más popular de los pueblos originarios de América Latina. El día celebra a la Madre Tierra: “Pacha” en aimara y quechua significa tierra, mundo, universo.

Esta veneración a la Madre Tierra es la más antigua de la región andina. Algunos autores la consideran anterior al culto a Inti, el dios Sol de los incas.

En la ceremonia, creada por los pueblos de los andes centrales, se realizan una serie de ofrendas para festejar la naturaleza “protectora” y fecunda de la tierra, que varían según la región.

En la provincia de Salta, por ejemplo, la ceremonia apunta a recordar que todo lo creado proviene de la tierra. Pero además, es característico que los habitantes enciendan un sahumerio para ahuyentar los posibles males que hayan quedado en sus casas.

En la provincia de Jujuy, por otro lado, luego de una comida comunitaria, se cava un hoyo y se da de comer y beber a la Pachamama.

En el norte andino, el ritual incluye cavar un hoyo donde se mete una olla de barro con comida, pan y dulces, espigas de choclo, una botella de chicha o aguardiente, tabaco y hojas de coca, para “carar” (alimentar) a la Pachamama, el que luego se cubre con piedras, hasta formar un montículo llamado “apacheta”.

Para completar la ceremonia, los presentes se toman de la mano para expresar el espíritu de hermandad que reina, y danzan alrededor del hoyo ya tapado, al son de la caja, flauta y la copla.

En todos los casos, sin embargo, los rituales están a cargo de las personas mayores de la comunidad.

La fe centrada en la Pachamama convive en muchos casos con el cristianismo. Se producen entonces sincretismos entre las creencias: por ejemplo, en Bolivia, la Pachamama es identificada con la Virgen de Copacabana en La Paz, y la Vírgen del Socavón en Oruro. En Perú, la Pachamama es identificada con la Virgen de la Candelaria.

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