Las ciudades, cada vez más dominadas por el mobiliario urbano, la polución, el tráfico y las edificaciones colosales, apenas están dejando hueco al cuidado del medio ambiente. La vegetación, poco a poco está desapareciendo de los grandes núcleos urbanos, y lo cierto es que hay más de una persona dispuesta a evitar que esto ocurra.
Entre ellos se encuentra el emprendedor catalán Marc Grañén, que parece haber dado con una de las claves de la sostenibilidad medioambiental en la ciudad. Y es que, a través de la empresa "Phytokinetic", acaba de desarrollar la primera ronda de azoteas biosostenibles para vehículos públicos y privados de nuestro país.
Se trata de una gran cantidad de cubiertas ajardinadas, e incluso huertos urbanos, instalados sobre el techo de autobuses, camiones refrigeradores o furgonetas que podrán recorrer a diario diferentes localidades españolas superando así las trabas que pone el asfalto al despliegue de jardines y vegetación.
Con unas dimensiones de unos siete centímetros de alto, esta infraestructura ecológica incluye una placa de acero impermeable que protegerá a la estructura de los automóviles en todo momento, y evitará los desprendimientos en caso de frenadas o movimientos bruscos.
Unas jardineras que tienen la peculiaridad de no utilizar sustrato vegetal o tierra, sino una solución mineral que sustituye al suelo agrícola. Actualmente el sistema ya está instalado en ciudades como Barcelona, Gerona y Palma de Mallorca, y se ha puesto en marcha una nueva iniciativa para desarrollar otros proyectos similares en países como Reino Unido y Argentina. Una idea para no perder la vegetación, sobre todo en las grandes urbes, y que estas sean testigo de un renacer cada vez más verde y limpio.
Cada metro cuadrado de estos jardines tendrá la capacidad de capturar unos 20 kilogramos de dióxido de carbono al año, lo que no representa una gran cantidad, pero si se aplica esta propuesta a una ciudad de grandes dimensiones como Madrid, donde "el parque de autobuses supera los mil vehículos, cada uno de ellos con una superficie de 20 metros cuadrados, dispondríamos de unas dos hectáreas verdes moviéndose por las calles ayudando a luchar contra el efecto isla de calor generado por el asfalto", ha indicado su creador.
En definitiva, se trata de uno de los servicios medioambientales más provechosos conocidos hasta la fecha. Unos espacios orientados a aumentar la biodiversidad, contribuir al mantenimiento isotérmico del vehículo, reducir en una tercera parte la energía utilizada por los mismos, y conseguir un “efecto de visibilidad espectacular” para la ciudad.
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