Por Raúl Martínez
Comercializadas como una alternativa más limpia que el papel higiénico tienen el potencial de crear grandes problemas. Se tiran millones de toneladas de toallitas húmedas a nuestras alcantarillas cada año, y ese es un problema que se está produciendo en todo el mundo.
La mayoría de toallitas húmedas están fabricadas con materiales sintéticos mediante hidroligadura o enmarañamiento hidráulico de fibras sintéticas, pudiéndose encontrar en el mercado también las formadas por tejido de fibras sintéticas y de celulosa unidas por calor en lo que se conoce como airlaid. Su composición a base de polímeros sintéticos hace que no sean degradadas por las bacterias y hongos, no son biodegradadas.
En las etiquetas se nos informa que son un producto desechable, se indica claramente que se pueden eliminar por el inodoro incluso con un pictograma, y es esta información engañosa el origen de todo el problema.
Que sean desechables no significa que sea un producto biodegradable que de forma natural se destruya durante el proceso de transporte y tratamiento de las aguas residuales.
Su vertido al inodoro va a causar problemas ya que se quedan prácticamente intactas, y a diferencia del papel higiénico, las toallitas no se desintegran en agua. A medida que viajan a través de las tuberías van provocando acumulación, obstrucción y emboce en el sistema de alcantarillado y de bombeo.
Cuando llegan a la estación depuradora de aguas residuales están prácticamente intactas y vuelven a provocar innumerables problemas en su funcionamiento, produciendo rotura de equipos y atascos de bombas que no están preparadas para acoger estos desechos.
Hoy en día usamos toallitas prácticamente para todo, para bebés, como desmaquillantes faciales, para la higiene íntima o para limpiar muebles, cristales o gafas. El problema viene por cómo nos deshacemos de ellas. Si las arrojamos al váter se van por el sumidero lo que es terriblemente peligroso para las infraestructuras de saneamiento y el medio ambiente. Debemos tomar conciencia de ello y considerar a las toallitas como lo que son, residuos sólidos, gestionándolas en función del uso dado en su contenedor correspondiente, al igual que hacemos con cualquier otro residuo.
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