Japón inicia la liberación de agua radiactiva de Fukushima

Después de doce años del trágico accidente nuclear en Fukushima, el gobierno japonés ha tomado la decisión de verter más de un millón de toneladas al océano Pacífico, lo cual ha generado una gran controversia a nivel internacional.

Este jueves, Japón comenzó el proceso de verter al Océano Pacífico más de 1 millón de toneladas de agua contaminada proveniente de la central nuclear de Fukushima. Esto ocurre después del trágico accidente nuclear ocurrido en 2011, considerado el peor desde Chernóbil. Antes del vertido, el agua fue tratada para eliminar la mayor cantidad posible de residuos radiactivos.

Una descarga se refiere a la cantidad de agua que puede llenar cómodamente 500 piscinas olímpicas. Japón ha argumentado que la medida de verter residuos nucleares al mar es necesaria para garantizar su seguridad. Sin embargo, esta decisión ha generado protestas en otros países, especialmente Corea y China, debido a la preocupación por las implicaciones ambientales y de salud que puede traer consigo esta acción.

Ante esta situación, Japón aseguró contar con el respaldo de la ONU y la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), quienes afirman que no hay fundamentos científicos para rechazar los productos japoneses. Sin embargo, China ya ha comenzado a poner restricciones en las importaciones de alimentos provenientes de Japón.

Las autoridades de la central nuclear de Fukushima han establecido un límite máximo de 1,500 becquereles por litro en el agua que se vierte en el océano Pacífico. Este valor es casi siete veces menor al límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el agua. Esta medida busca garantizar la seguridad y protección del medio ambiente marino, siguiendo los estándares internacionales recomendados por la OMS.

Tarik Jasarevic, portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha asegurado que los estándares utilizados en la liberación de aguas residuales cuentan con el respaldo de esta prestigiosa organización y otras seis reconocidas instituciones internacionales.

TEPCO, la Compañía de Energía Eléctrica de Tokio, es la entidad responsable de operar y supervisar el desmantelamiento de la planta nuclear de Fukushima. Dijo que el tratamiento del agua, que implica enviarla a través de un potente sistema de filtración para eliminar la mayor parte del material radiactivo, hacía que su liberación fuera segura, a su vez, defensores de la energía nuclear han declarado que las sospechas de daño ambiental y a la salud humana son infundadas.

Dudas y protestas internacionales

Desde el pasado fin de semana, organizaciones ambientalistas de todo el mundo han expresado su oposición a esta medida debido a las preocupaciones sobre los riesgos asociados con los residuos nucleares, sobre todo por que el novedoso sistema de purificación de agua que se usó en Fukushima, fue incapaz de remover el isótopo de tritio, el cual es un residuo prácticamente imposible de eliminar, y que se verterá al océano Pacífico durante los próximos 30 años.

Este elemento ha generado muchas preocupaciones, especialmente en relación con su impacto en la salud del medio ambiente y la degradación de los ecosistemas marinos. También se han planteado inquietudes sobre los posibles riesgos para la salud humana. Los expertos afirman que el tritio emite radiación beta, aunque no puede penetrar la piel humana.

La oposición a esta medida se origina en la preocupación sobre el consumo de productos del mar afectados. Es por eso que en Japón, la protesta se centra principalmente en la industria pesquera, que se ha manifestado en contra de la liberación al mar de las aguas radiactivas. En China y Corea también se han realizado movilizaciones recientemente. Se reportó que en Corea, durante el pasado fin de semana, salieron a las calles aproximadamente 50 mil personas para manifestarse.

La falta de transparencia por parte de TEPCO en relación a la gestión de las aguas residuales de Fukushima es motivo de preocupación y genera muchas dudas. En el año 2011, antes de la implementación del proceso de tratamiento ALPS en 2013, la empresa TEPCO descargó grandes cantidades de agua residual altamente radioactiva sin tratar en el Océano Pacífico. Esta acción irresponsable generó críticas masivas debido a las graves consecuencias que pudo haber tenido para el medio ambiente. TEPCO, la compañía de energía nuclear también ha negado las acusaciones de filtraciones repetidas al agua subterránea. Esto habría provocado el flujo de sustancias radiactivas hacia el océano.

Dado el descrédito de TEPCO, varios expertos se mostraron escépticos de que el agua tratada por ALPS fuera segura y estuviera por debajo del umbral aceptable para su descarga. Como tal, TEPCO debería primero demostrar la confiabilidad de su organización antes de hacer todo lo posible para convencer a la comunidad internacional de que acepte su enfoque “basado en la ciencia”.

La Asociación Nacional de Laboratorios Marinos de EE. UU. emitió un comunicado en diciembre de 2022 diciendo que no estaba convencida de los datos de Japón, y su portavoz, el biólogo marino Robert Richmond, de la Universidad de Hawái, declaró para la BBC: «hemos visto una evaluación inadecuada del impacto ecológico y radiológico que nos preocupa mucho de que Japón no sólo sea incapaz de detectar lo que está entrando al agua, los sedimentos y organismos, pero si lo hace, no hay ningún recurso para eliminarlo… no hay manera de devolver al genio a la botella».

El agua que Japón tiene planes de descargar en el océano Pacífico fue principalmente utilizada para enfriar los reactores dañados en la planta de energía de Fukushima. Esta central fue devastada en 2011 tras un terremoto y un tsunami. Las autoridades de Japón afirman que es necesario liberar el agua actualmente almacenada antes de que la planta se quede sin capacidad para almacenarla. Japón ha sido respaldado por Estados Unidos, la Unión Europea y varias agencias internacionales en esta medida. Sin embargo, los efectos reales de esto aún no se conocen del todo y solo se podrán apreciar en los próximos años. La incertidumbre y la falta de estudios científicos son factores que influyen en esta situación.

Con información de rebelion.org