Los hospitales y centros de salud, deberían ser con la mayor de las razones, espacios saludables, libres de contaminantes. Pero no suele ser el caso, muchos de ellos están construidos con materiales que no son los ideales, escasos de buena ventilación, con lugares húmedos y fríos, en donde se utilizan productos de limpieza tóxicos, entre otras situaciones.
Los factores ambientales y ecológicos influyen en la salud, pero ¿qué sucede cuando enfermamos y nos toca ir al hospital o al centro de salud?
¿Nos encontramos con un ambiente saludable o con habitaciones cerradas que ahogan, olores fuertes y máquinas que impresionan? ¿Se limpia con productos tóxicos? ¿En la cafetería se sirve comida basura?
Estas preguntas se las hacen cada día sanitarios y, sobre todo, enfermos. Pero la respuesta es clara: el lugar donde se cura a las personas ha de ser saludable.
Hace tiempo que lo sabíamos quienes comprendíamos, por ejemplo, que no se debe fumar en un hospital, pero podrían introducirse más mejoras si todos los implicados en el mantenimiento de estos lugares los comenzásemos a ver como entornos ideales para recuperar la salud.
Transformarlos en espacios de salud para los pacientes y el personal que trabaja allí no implica volver a construir todos los hospitales pero sí revisar cómo se ventilan, cómo se eliminan sus residuos, con qué productos se mantiene su higiene…
Los sentimientos, sonidos y olores que generan las instalaciones tienen una enorme influencia en las personas.
¿Por dónde comenzar a mejorar los hospitales?

Se ha comprobado que los pacientes con vistas a un entorno natural acortan su estancia hospitalaria, obtienen menos comentarios negativos de las enfermeras, precisan menos medicación analgésica y experimentan un número ligeramente menor de complicaciones quirúrgicas. Las plantas actúan disminuyendo el estrés y la presión arterial.
También las enfermeras de la unidad de cuidados intensivos cuya sala de descanso tiene vistas al exterior sufren menos estrés y, en promedio, cometen menos errores que compañeras cuya sala de descanso no tiene ventanas.
Se puede dar la paradoja de que se sirvan grasas saturadas, fritos o comida rápida en el bar de una clínica para enfermos cardiacos, o que se empleen productos que contienen sustancias cancerígenas en un centro oncológico.
Reducir el ruido, poder ajustar la temperatura y la luz, usar productos de limpieza menos tóxicos, optar por alimentos ecológicos, reducir el uso de tóxicos para el control de parásitos del centro, mejorar la gestión de los residuos farmacéuticos o de aparatos electrónicos con componentes tóxicos son medidas que contribuyen a hacer más saludables los centros médicos.
El personal médico y sanitario en general ha de ser el primero en tomar conciencia de esta mejora ambiental, pero también cuentan la fuerza de los pacientes y su comprensión.
Mejorar las condiciones de los lugares que habitamos es una tarea de todos.
Ecoportal.net