Un grave problema de presupuesto pone en peligro a todo un continente, México se queda sola ante esta amenaza natural, que podría dejar en riesgo a varias naciones. Los conflictos políticos y tensiones parece que no cesan, a pesar de que es un tema que concierne a todos.
Alerta por de actividad volcánica por falta de monitoreo y estudio
México y gran parte de Latinoamérica tienen una fuerte actividad volcánica que podría poner en peligro a todo el continente. Por ello, la vigilancia constante es el pan de cada día, como por ejemplo con el Popocatépetl, que esto pasaría si entra en erupción.
Mientras se mantengan vigilados todo en orden, se puede crear un plan rápido de evacuación y tomar medidas de ayuda, pero ¿Qué pasaría si un volcán no vigilado erupciona? La vigilancia volcánica en América Latina enfrenta una crisis crítica tras el anuncio del presidente Trump.
Se eliminó el financiamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) a proyectos internacionales, incluido el Programa de Asistencia para Desastres Volcánicos (VDAP). Desde 1986, ha ayudado a monitorear volcanes, prevenir tragedias y capacitar expertos.
Sin su apoyo, millones de personas están más expuestas a los desastres naturales que podrían haberse anticipado con tecnología y cooperación internacional. A lo largo del Anillo de Fuego, desde México hasta Chile, hay cerca de 300 volcanes activos.
Por lo que, la vigilancia no debería ser un tema político o de reducir costos, pues casi 7 millones de personas viven a menos de 10 kilómetros de uno de estos volcanes, lo que convierte al monitoreo constante en una prioridad de seguridad.
La actividad volcánica no conoce fronteras ni tensiones políticas
Por muchos conflictos que existan entre naciones, las tragedias naturales no tienen límites ni fronteras. Una erupción volcánica puede darse en cualquier momento, sin medir consecuencias. Por lo que es una prioridad en materia de seguridad, vigilar estos colosos.
Desde su creación, el VDAP da equipos de monitoreo, formación técnica y apoyo para elaborar mapas de riesgo, además de alertar con antelación sobre erupciones. Un caso de esto, sucedió en el Nevado del Huila, en Colombia, donde la vigilancia permitió evacuar a más de 5000 personas.
Pero no es una tarea barata, estos sistemas requieren de una gran inversión. Solo en equipos son unos 2 o 4 millones de dólares, sin contar gastos de transporte, instalación, mantenimiento y operación de las redes que transmiten datos en tiempo real a centros especializados.
Sin ayuda de Estados Unidos, costear estos sistemas para países latinos es un reto muy complicado. Pero no es un problema de solo el país que tenga el volcán, pues una erupción sorpresiva puede afectar al vecino y varios kilómetros a su alrededor, por lo que la cooperación es necesaria.
México continúa con su red de vigilancia activa
A pesar de esta situación y falta de financiamiento, en México continúan con su vigilancia volcánica, pero ahora solos. Incluso, lanzará el nanosatélite Gxiba-1 para investigar el Popocatépetl y mantienen su alerta en zonas de alta probabilidad volcánica.
La Red de Monitoreo Volcánico de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) sigue operando en la zona de Tancítaro-Parícutin, con estaciones para detectar enjambres sísmicos que podrían anticipar el nacimiento de un nuevo volcán.
Estos programas son necesarios para detectar a tiempo posibles amenazas de erupciones volcánicas y actividades, como esta actividad inusual detectada en el supervolcán Yellowstone que lo podría despertar. Así que, vale la pena mantener estos programas de vigilancia y alerta.
Sin embargo, México se queda sola ante estas amenazas naturales con la reducción del apoyo de USAID a programas como VDAP. Convirtiendo esta situación en una pérdida crítica para América Latina, pues incrementa la vulnerabilidad de millones de personas ante una posible erupción.