Por Julio de Castro*
A pesar de los cientos de años a través de los cuales la humanidad ha descubierto y clasificado a los organismos que habitan nuestro planeta, aún hoy se siguen encontrando nuevas especies. En 2004, científicos de Estados Unidos descubrieron una nueva especie de mono en la selva del Parque Nacional Madidi en Bolivia. El simio, del grupo de los titís, pertenece al género Callicebus. Su nombre específico fue fruto de un concurso de internet ganado por el Golden Palace Internet Casino que donó al Parque Nacional 650.000 dólares por el nombre Callicebus aureipalatii, que significa en latín "palacio dorado" (Golden Palace)
En lo que va de 2016 se han encontrado varias especies nuevas. Algunas de ellos son pequeños animales, difíciles de ver, aunque este no es el caso de la ballena negra de siete metros de longitud recientemente descubierta y que aún no ha sido bautizada.
A la ballena se suma el tiburón linterna ninja (Etmopterus benchleyi), descubierto en el mar cerca de Costa Rica en 2015. Este escualo fue encontrado por científicos norteamericanos que viajaban a bordo del barco de investigación español B/O Miguel Oliver. El nombre hace referencia a Peter Benchley, autor de la novela Tiburón.
Especies ‘fantasma’
Hasta aquí hemos hablado de nuevas especies. Pero, ¿qué pasa con aquellos animales que se sospecha existen pero que aún no hemos encontrado? El ejemplo que viene enseguida a la mente es el del "monstruo" del lago Ness en Escocia que, a pesar de varias búsquedas continúa sin dejarse ver. Pero hay otros casos menos conocidos pero no menos interesantes…
Remontémonos al Congo Belga (hoy República Democrática del Congo) a principios de 1900. R.J. Cunninghame fue un cazador de animales salvajes que se hizo famoso ya que salvó la vida del entonces Presidente de los EEUU, Theodore Roosvelt, pues abatió a un hipopótamo que le atacó mientras se encontraba de safari en África Oriental en 1909.
Y fue a Cunninghame al que un francés llamado Le Petit le contó acerca del elefante de agua que había observado un par de veces en 1907 durante sus cinco años de estancia en el Congo. Le Petit lo vio por primera vez mientras viajaba por el río del mismo nombre, y por segunda en los humedales entre los lagos Leopold II (hoy lago Mai-Ndombe) y el lago Tumba.
Lo que Le Petit vio la primera vez fueron tan solo una cabeza y un cuello que aparecieron en la superficie del agua. Sus acompañantes, nativos del lugar, le dijeron que se trataba del elefante de agua. El segundo avistamiento fue más afortunado, ya que pudo observar hasta cinco animales cerca de un minuto. Los describió como de entre 180-240 cm de alto, de patas relativamente cortas y lomo curvo como el de los elefantes.
Su cabeza era ovoidal y alargada con una corta trompa de 60 cm de largo, pero sin colmillos. El cuero le recordó al de los hipopótamos, solo que más oscuro. Además, cuando pudo examinar sus pisadas en la arena vio cuatro dedos separados. Esta fue la última vez que se dejaron ver, ya que rápidamente desaparecieron en el agua profunda. Sus compañeros de viaje locales le informaron que estos elefantes eran comunes en esa zona y que pasaban mucho tiempo en el agua como los hipopótamos.
En esa misma región existiría otro animal conocido como el mokèlé-mbèmbé, una criatura de apariencia prehistórica parecida al Nessie de Loch Ness. A pesar de que varias expediciones han recorrido la zona del Congo en su busca, ninguna de ellas encontró al mokèlé-mbèmbé… y tampoco al elefante de agua.
Sin embargo, en 2005 unos aviadores que volaban sobre el lago Tumba afirmaron haber visto animales que se ajustarían a la descripción de Le Petit del elefante de agua.
La ciencia recela de este tipo de "descubrimientos" que no han podido confirmarse. Sin embargo, tanto la región del Congo como Bolivia nos han sorprendido antes con el hallazgo de otras criaturas interesantes. Es posible que las bestias que Petit vió fueran elefantes de selva africanos (Loxodonta cyclotis), que han sido también considerados como elefantes pigmeos por bastante tiempo aunque ahora se reconoce que los últimos son ejemplares pequeños de L. cyclotis.
El autor Philippe Coudray, a quien agradecemos su permiso para el uso de la ilustración, teoriza que es posible que elefantes que considerábamos extintos pudieran existir aún. Coudray basa su razonamiento en el hallazgo de un colmillo con una curvatura inversa a la normal de los elefantes en Etiopía en 1904. El hecho de que el colmillo no estuviera fosilizado indicaría que el animal no vivió hace tanto tiempo.
¿Existirá realmente el elefante de agua o habrá sido una confusión de Le Petit que en realidad vio a los más pequeños elefantes de selva africanos? El acceso a la zona del Congo donde se podrían encontrar es bastante complicado, por lo que la solución final al misterio podría tardar aún bastantes años en llegar. Mientras tanto, tan solo nos queda esperar…
Imagen: El elefante de agua de acuerdo a la interpretación del artista y escritor Philippe Coudray. Reproducido con permiso del autor.
* Veterinario y Doctor en Parasitología. Ha trabajado para la FAO durante 25 años y ahora vive en Zimbaue. Escribe sobre sus experiencias en África en el blog A Bushsnob in wild Africa
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Muy Interesante