Por Ricardo Restrepo y Francois Houtart
Introducción
La producción de comida impacta sobre tres áreas fundamentales. La primera es la nutrición de una humanidad en expansión y que transforma su alimentación con los cambios sociales. En el año 2050, se puede esperar una población mundial entre 8 y 9 mil millones de personas (Soubbotina y Sheram 2000, 16). Por otra parte, el proceso de urbanización (FAO, 2013: 4) está transformando la dieta, con más consumo de legumbres y de carne y menos de granos (Charvet 2012, 24-25). En segundo lugar, la producción de comida impacta sobre la regeneración o no del planeta en sus ciclos vitales que le permiten a sus ecosistemas perdurar en el tiempo. No es el único sector evidentemente, pero tiene un papel central en la conservación, restauración, o no, de los suelos, del agua, del aire, de la biodiversidad y de los ecosistemas. Finalmente, la producción de alimentos impacta sobre el bienestar de los sujetos de derechos que componen el sector.
En este trabajo desarrollamos algunas consideraciones sobre un sector alimentario en particular, el de la carne, en el marco del Buen Vivir. Lo haremos en referencia con el Ecuador, porque este país, en su Constitución, insiste sobre la necesidad de respetar la naturaleza y sus derechos en el marco del Buen Vivir. Haremos también alusiones a otras regiones de América Latina, en particular, el Brasil y la selva amazónica. Nos enfocaremos centralmente en los aspectos menos explorados de coincidente relevancia entre la ganadería como base productiva de la práctica alimentaria de comer carne, y los derechos de la naturaleza. Argumentaremos que el sector de la ganadería va en contra del Buen Vivir, porque es una principal amenaza para el sostenimiento del planeta y del respeto a los derechos de los animales.
El marco general del Buen Vivir y de los derechos de la naturaleza en la Constitución del Ecuador
Frecuentemente se dice que el Buen Vivir es un paradigma ético alternativo, incorporado en la Constitución de Montecristi. Este paradigma tiene a los humanos en su centro, pero ya no solo a los humanos, sino al resto de la naturaleza. Si bien los Derechos del Buen Vivir en la Constitución son una versión de una selección de los derechos humanos que aparecen en la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, al igual en que en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, normalmente se cree el Buen Vivir es un paradigma biocéntrico o pachamámico que toma inspiración de la sabiduría ancestral para enfrentar problemas contemporáneos de racismo, discriminación, violencia y crisis planetarias.
La Constitución del Ecuador reconoce los derechos de la naturaleza, como parte de su visión garantista biocéntrica. El artículo 71 de la Constitución dice “La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos.” Y el artículo 73 ordena que “EI Estado aplicará medidas de precaución y restricción para las actividades que puedan conducir a la extinción de especies, la destrucción de ecosistemas o la alteración permanente de los ciclos naturales.”
Igualmente, el artículo 83.6 dice que- “Son deberes y responsabilidades de las ecuatorianas y los ecuatorianos, sin perjuicio de otros previstos en la Constitución y la ley: Respetar los derechos de la naturaleza, preservar un ambiente sano y utilizar los recursos naturales de modo racional, sustentable y sostenible”.
Y el artículo 275 ordena que “El buen vivir requerirá que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de sus derechos, y ejerzan responsabilidades en el marco de la interculturalidad, del respeto a sus diversidades, y de la convivencia armónica con la naturaleza.”
Según el artículo 280 de la Constitución, el Plan Nacional de Desarrollo Para el Buen Vivir vigente es de obligatorio cumplimiento para el sector público. En este Plan, la política 12.2f, prioriza “Promover la discusión internacional alrededor de la Declaración de los Derechos de la Naturaleza.” En su actual versión en el artículo 3.1.11, se establece “Todos los seres humanos son responsables de respetar y vivir en armonía con la Madre Tierra; Los seres humanos, todos los Estados, y todas las instituciones públicas y privadas deben: promover y apoyar prácticas de respeto a la Madre Tierra y todos los seres que la componen”.
Las prácticas alimentarias y la promoción de la ganadería
Todos estos conceptos e imperativos contrastan fuertemente con las prácticas económicas y de la dieta de las personas, no solamente en el Ecuador, sino también en el resto del mundo.
La industria de la carne tiene la singularidad de que puede ser considerada la más contaminante del mundo y la más destructiva de los ecosistemas: la más fuerte contribuyente a la crisis climática y ecológica global. El calentamiento global causado por gases de efecto invernadero es una de las principales amenazas para la humanidad y el planeta (Houtart 2012). Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, si seguimos emitiendo CO2 como vamos, nos encontraremos con la ruina ecológica del planeta para la mitad de la década del 2030. La diferencia entre ahora y una muerte de la ecología actual del planeta, es la diferencia entre 400 partes de CO2 por millón y 405 partes de CO2 por millón; o una subida de solo 2 grados centígrado (Mann 2014). El calentamiento se debe tanto a la emisión de CO2 o equivalentes, así como la destrucción de bosque que capturen estos gases. De acuerdo a la FAO de la ONU (2006, xxi), 18% de los gases de efecto invernadero emitidos a nivel global son de la ganadería. Esto es 38% más que todo el sector del transporte en su conjunto (carros, barcos, aviones, etc., es decir el 13%). Ya en el 2009 en el libro Agroénergie se advertía:
La ganadería es también una de las grandes culpables de las agresiones que sufre el medioambiente…Esa actividad es responsable del 65% de las emisiones de hemióxido de nitrógeno, al potencial de calentamiento global, 296 veces más alto que el CO2 y es esencialmente imputable al estiércol. Además, el ganado produce el 37% de las emisiones de metano, resultantes de la fermentación anaeróbica de la materia orgánica en el curso de la actividad digestiva de los rumiantes. Además, ese gas es 23 veces más nocivo que el CO2. Las cifras de emisión atribuibles a la ganadería serían de 70 millones de toneladas de gases de efecto invernadero al año (Houtart 2009/2014ª, 39-40).
De acuerdo a un estudio de World Watch, los cálculos de la FAO en este caso son una subestimación porque no incluyen otros 25 millones de tonelada atribuibles a la producción de animales para comida. Tomando ésto en cuenta, el sector de producción de carne es responsable de un 51% de emisiones de CO2 (World Watch 2009; Taylor 2012). Esto se debe principalmente a que los bosques, incluida la Amazonía, está en peligro en gran parte debido a la ganadería. En los últimos 40 años se ha talado el 20% de la Amazonía (Wallace). En marzo 2015, en la ocasión del día internacional de la protección de la selva, la FAO declaró que si la situación no cambiaba, dentro de 40 años, la selva amazónica no existiría más, sino una sabana con algunos bosques.
De acuerdo a la misma fuente, un 70% de la destrucción de los bosques en América Latina se debe a la industria de la ganadería, tanto para potreros así como para monocultivos que produzcan comida para las vacas y otros animales que consumimos los humanos. Pimental y Pimental (2003) afirman que normalmente toma 43 kilos de grano (13) y yerba (30) para producir un solo kilo de carne. Toma 100 veces más agua producir un kilo de proteína animal que un kilo de proteína vegetal. La orgánica no es mucho mejor. Toma 90 veces más agua producir un kilo de proteína animal orgánica que un kilo de proteína vegetal (Pimentel y Pimentel 2007; Robinson 2014) y el doble de área por tonelada (Robinson 2014). La ganadería constituye, de largo, la amenaza número uno para la Amazonía, su biodiversidad, su función fundamental en el regulación y sustento del planeta, así como de las culturas ancestrales que en ella habitan. Por ello, es también un sector que vulnera la Constitución de la República del Ecuador.
2.1 La situación del Ecuador
La creciente demanda interna de carne fue entre 1990 y el 2008 la principal presión en la Amazonía Sur, Manabí Norte-Esmeraldas Sur y Manabí Centro del Ecuador (Castro et al. 2013: V).
Castro et al. (2013) muestra el aumento en la demanda, especialmente de carne que impulsa la expansión ganadera en Ecuador. En 2015, el país tuvo 4,5 millones de cabezas de Ganado.
Castro et al. (2013) muestra la ubicación de la presión principal de ganadería sobre la Amazonía y Costa ecuatorianas.
La eliminación de 1,870 kilómetros cuadrados de sustento para millones de animales por la deforestación para ganadería entre 1990-2008 (Castro et al. 2013: vi), se encaja en un patrón general de deforestación del país impulsado principalmente por la ganadería y ubicando al Ecuador entre los países con las tasas de deforestación más altas de Sur América (Mosandl, Günter, Stimm, y Weber 2008).
Citando a Wunder (2000), Mosandl, Günter, Stimm, y Weber (2008) afirman que Ecuador tuvo originalmente 90% de su territorio con cobertura de bosque. Citando a la FAO, estos autores indican que para el 2005, solo el 39% de su territorio estuvo cubierto por bosques (FAO 2006b), lo que equivale a una reducción del 57% de sus bosques. Desde 1972 hasta 1989 las praderas de ganado se expandieron un equivalente de 38,000 km2 (Wunder 2000), lo cual equivale a casi toda la pérdida de bosque en el Ecuador durante este tiempo (Mosandl, Günter, Stimm y Weber, 2008: 39). Con base en los datos de Sierra (2013: 4) entre 1990 y el 2008, se pierden 1,052 kms2 de bosque por año en Ecuador. De éstos, 968.62 km2 al año se destinan al agregado de “Agricultura y ganadería”. De acuerdo a las cifras de Políticas Pecuarias 03 (p. 3) de la FAO, del área deforestada en Ecuador en este tiempo para agricultura y ganadería, el 82% es para ganadería, lo que equivale a 794.2 kms2. En conclusión, la ganadería es responsable del 75.5% de la deforestación en Ecuador, ubicando la responsabilidad de este sector un poco más alto que la tasa regional de 70%. Este fenómeno ha venido acompañado de un aumento de 153,400 vacas y toros entre el 2001 y el 2008 que eventualmente pasan por los 180 mataderos del Ecuador para el consumo de la especie humana nacional (Castro et al. 2013, 65). En el país, se matan 940,000 vacas y toros al año (El Telégrafo, 2014). ¿Podrá ser la destrucción de los ecosistemas y matanza a gran escala compatible con el Buen Vivir? El sector de la carne constituye la mayor violencia a gran escala por una especie contra otras y es quizás el mayor obstáculo al Buen Vivir y con ello a un “Estado constitucional de derechos y justicia” (Artículo 1. Constitución del Ecuador).
En 2015, el país empezó a importar reproductores bovinos desde el Paraguay y los Estados Unidos para aumentar y mejorar su producción ganadera, sin preocuparse mucho de las consecuencias para la ecología y para las diversas formas de agricultura familiar campesina. De hecho, la distribución de las tierras en el Ecuador es la segunda más desigual de América Latina. No hubo una reforma agraria que cambie fundamentalmente la desigualdad. La extensión de los monocultivos y de la ganadería se realiza al coste, por una parte de deforestación y por otra parte de disminución de las pequeñas unidades de producción (Revolución Agraria 2011; Houtart 2014b) .
Además, una fuente del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca nos informa que las mejoras de las razas servirán las ganaderías grandes y no los pequeños campesinos que tiene uno o dos animales. Se prevé una exportación de carne y de leche, especialmente en potenciales mercados, como Irán, Venezuela, Cuba, Panamá, Rusia y Perú (El Telégrafo, 29.05.15). El sector contribuirá así a la Nueva Matriz Productiva, aumentando los recursos del Estado para sus políticas de inversiones públicas y sociales.
La situación de la Amazonía
El 20% de la Amazonía se ha deforestado. Coe et al. (2013) muestra la ubicación geográfica de la deforestación.
A continuación vemos las diferentes contribuciones proporcionales de las causas de deforestación de la Amazonía, representada en la región brasileña.
World Resources Center (2012).
Frecuentemente nos enfocamos en combustibles o cultivo de palma como amenazas a la Amazonía. Sin embargo, vemos que para Brasil, donde se encuentra la mayoría de la Amazonía, la destrucción por parte de la ganadería es 139 veces peor que la extracción de combustibles no renovables. Igualmente, mientras en el mundo se han talado 26 millones de acres de bosque para aceite de palma (USDA 2013), 136 millones de acres (214,000 millas cuadradas) de bosque se han talado para ganadería (Butler 2009). Es decir la ganadería es un problema 423% más grave que la palma para aceite.
La carne, el hambre y la destrucción de la naturaleza
Algunas comunidades ancestrales que viven tradicionalmente podrán argumentar que sus formas de alimentación, que incluyen la carne que cazan, son partes del ecosistema. Para el resto de los seres humanos, que comen vacas y tienen la opción de adquirir sus alimentos sin esta violencia, el argumento no aplica. Vale especificar que no se le puede exigir a alguien pobre que tiene suerte si encuentra algo de comer que deje de lado la carne. Esta es su única opción. De nuevo, este argumento no aplica para el resto que comen vaca y tienen opción. De hecho, si se destinaría más comida que actualmente se cultiva para vacas, para los 2.2 miles de millones de pobres en el mundo (Banco Mundial 2015) o 770 millones de personas con hambre (FAO 2014) se podría responder más efectivamente al problema de pobreza. Es notable que el sector ganadero sea una causa fundamental de destrucción del planeta por medio de la destrucción de bosques y la emisión de CO2. Para el 2030, las estimaciones son que desaparecerá el 50% del bosque de la Amazonía, hogar de 40.000 especies de plantas, 427 de mamíferos (por ejemplo, el jaguar, el oso hormiguero y la nutria gigante), 1.300 de aves (por ejemplo, águila, tucán y hoatzin arpías), 378 de reptiles (por ejemplo, la boa), más de 400 de anfibios (por ejemplo, ranas venenosas) y alrededor de 3.000 de peces de agua dulce (Da Silva et al., 2005; Lewinsohn T. M. and Prado P.I., 2005). El patrón de producción y consumo ganaderos encamina al mundo a la sexta extinción masiva de especies, de la cual la especie humana no es inmune (Ceballos, Ehrlich, Barnosky, García, Pringle and Palmer, 2015).
Otro argumento común es que nosotros somos como el león, los lobos o el tiburón, cuya naturaleza está en comer carne, lo cual contribuye al sostenimiento de los procesos ecológicos. Esta podría ser una sugerencia que alguien puede derivar del documental de George Monbiot How wolves change rivers, donde la reintroducción de lobos en Yellowstone fortaleció todo el ecosistema.
Sin embargo, el primer elemento incorrecto de este argumento es pensar que todo lo natural está justificado, aun si puede ser entendida en términos ecológicos. Por ejemplo, nuestra historia evolutiva ha creado capacidades en los seres humanos para hacer la guerra, esclavizar, violar, asesinar a otras personas y comer otras personas. No porque evolutivamente hemos generado estas capacidades está bien que las utilicemos. De hecho, probablemente todas las personas que leen este artículo están de acuerdo de que guerras de agresión, la esclavitud, la violación, el homicidio y el canibalismo, son actividades que se deben prohibir y evitar, aunque nuestra especie las haya empleado en el pasado y en algunos casos se sigan empleando (1).
Hay dos diferencias clave entre los humanos por un lado, y los leones, tiburones y lobos, por otro. Uno, que los primeros no tienen opción más que comer carne. Su configuración cerebral no les da para cambiar sus prácticas de nutrición en este sentido. En segundo lugar, ellos tienen un rol importante en la regulación y mantenimiento del ecosistema por medio de sus prácticas alimenticias. En el caso de los seres humanos, las prácticas de comer carne constituyen una causa fundamental de la destrucción del ecosistema planetario.
El conocimiento sobre los efectos de la ganadería en el planeta todavía no ha entrado cerca a lo suficiente en la conciencia ecológica mundial. Por ejemplo, la Encíclica del Papa Francisco, muy clara para la defensa de la “casa común” no hace referencia a este factor.
Igualmente, en su libro La Naturaleza con Derechos: De la Filosofía a la Política, editado por Alberto Acosta y Esperanza Martínez, establecen el propósito de descender de la teoría a la práctica. Sobre la ganadería Acosta dice:
Por otro lado, en los Derechos de la Naturaleza el centro está puesto en la Naturaleza, que incluye por cierto al ser humano. La Naturaleza vale por sí misma, independientemente de la utilidad o de los usos que le dé el ser humano. Esto es lo que representa una visión biocéntrica. Estos derechos no defienden una Naturaleza intocada, que nos lleve, por ejemplo a dejar de tener cultivos, pesca o ganadería. Estos derechos defienden el mantenimiento de los sistemas de vida, los conjuntos de vida. Su atención se fija en los ecosistemas, en las colectividades, no en los individuos. Se puede comer carne, pescado y granos, por ejemplo, mientras me asegure que quedan ecosistemas funcionando con sus especies nativas (Acosta 2011: 353-4).
Hay que considerar que los datos de la realidad de la ganadería de grandes espacios y su preponderancia en la destrucción de la Naturaleza, el argumento de poder comer carne sin lesionar los ecosistemas es bastante teórico. En la práctica, el tipo prevalente de ganadería de gran dimensión, es el principal factor de destrucción de las ecologías, y con base en los datos de deforestación, ha sido y es mucho más destructor de la Naturaleza que la extracción de petróleo. Casi siempre, la decisión entre comer carne o no, es entre comer carne de ese tipo de ganadería o no. Si por valores ecológicos parece importante transitar a una economía no basada en el petróleo, los mismos valores deben orientar la transición a una dieta no basada en el consumo de animales.
4. Del Buen Vivir a los derechos de los animales
Además de las preocupaciones sobre la ecología, se debe añadir también otro aspecto de la producción de carné, es decir el tratamiento de los animales mismos. Varias formas de entender a los animales como sujetos de derechos contra la tortura, violencia y muerte se han desarrollado. Desde esta perspectiva el problema no es solamente la posibilidad de regeneración del planeta, sino la destrucción de seres que merecen respeto como sujetos de derechos con cierto nivel de conciencia, sensibilidades e intereses. Desde perspectivas utilitaristas, por ejemplo, la más influyente ahora es la obra de Peter Singer (1975) con su libro Liberación Animal. Para el utilitarismo, la felicidad es el bien fundamental y la felicidad se calcula tomando en cuenta el balance entre el daño, sufrimiento o insatisfacción de preferencias y el bienestar en cualquier situación. El daño, sufrimiento o satisfacción de preferencias entre todos debe contar igual. Ya que los daños, sufrimiento e insatisfacción de preferencias más básicos de los animales son severamente aplicados a ellos con la industria de la carne, por poca utilidad para el homo sapiens, lo correcto es no seguir haciéndolo. Eugenio Zaffaroni (2012), con su La Pacha Mama y el humano, en América Latina es un importante pensador en este sentido. La interpretación de derechos en la Constitución del Ecuador, desde el enfoque de capacidades, ha tenido una importante influencia. Por esto, se integra el trabajo de Amartya Sen y Martha Nussbaum en los Planes Nacionales de Desarrollo. Para ellos, la cuestión central de la justicia es que las capacidades de los individuos y grupos florezcan. Cuando un sistema social trunca su florecimiento, hay una injusticia.
En esta perspectiva, los derechos colectivos de los animales con los cuales interactuamos no son importantes solo desde la perspectiva del derecho colectivo de la especie a existir. También son importantes los derechos individuales. El caníbal podría afirmar que mientras queden otros humanos para reproducirse, los derechos de la naturaleza, la cual incluye a lo humanos, no serían violentados. Al igual que la violencia contra otros humanos, la violencia contra estos sujetos de sensibilidad, intereses, derechos y capacidades, de otras especies, debe ser evitada.
En el 2011, por medio de Consulta Popular, el Ecuador prohibió el arte escénico que involucrara en su finalidad la muerte de un animal, eliminando así la muerte de toros en las corridas. La justificación de esta prohibición está en que involucra sacrificar un sujeto con capacidad de sufrimiento, intereses y sensibilidad por el trivial interés de humanos a ver el espectáculo. Similarmente, tomando en cuenta que hay opciones vegetales para la sana alimentación humana, es necesario transitar a la eliminación de la carne de la dieta humana ya que esta práctica alimentaria se asienta sobre el trivial interés de un sabor que se puede sustituir.
El Buen Vivir en la Constitución es uno de los conceptos más insignes del constitucionalismo ecuatoriano. Quizás por ello también, es uno de los más enigmáticos y sobre el cual ahora se teoriza bastante. Si bien hay sustancial desacuerdo entre las personas a las que les atrae este concepto, algunas cosas son comunes:
- No solo el ser humano y sus intereses debe ser considerado cuando se toman decisiones
- Hay otros sujetos de derechos que importan, especialmente en el mundo biológico
- Somos una especie más entre otras especies que la evolución ha generado
- Aspira a vivir en un mundo con armonía entre especies
- Aspira a vivir en paz y armonía con la naturaleza, para la prolongación indefinida de las culturas humanas y de la biodiversidad (Ramírez 2012: 17)
- Aspira a vivir sin violencia (Huanacuni 2015).
El respeto al homo sapiens se deriva fundamentalmente del reconocimiento de que somos seres con sensibilidad, intereses, capacidad de felicidad, sufrimiento y sociabilidad. Con ello se encuentra un fundamento para evitar la dominación de un género sobre otro y una raza o etnia sobre otra, dominación que ha generado la opresión de la mujer, las diversidades de género, la esclavitud, guerras de exterminio y agresión, y el Holocausto. Pero este fundamento para respetar ciertas poblaciones también se aplica a muchos otros seres de otras especies, evidenciado por las similitudes de su base neurológica y de comportamiento. La vaca, el cerdo y el marisco se retuercen de sufrimiento con el tiro en la cabeza, la degollada, el ahogamiento y desangramiento que antecede las cenas humanas.
Tanto en marcos utilitaristas y de capacidades así como del Buen Vivir, la capacidad de decencia de los seres humanos impera tratar a estos sujetos como miembros de otras “naciones” compartiendo el planeta. Ello implica cambiar los comportamientos que implican la destrucción de los ecosistemas que sostienen la vida así como la violencia contra los 7,000 animales que los seres humanos “desarrollados” consumen en promedio en la vida. En EE.UU. la cantidad de animales terrestres que se matan para cumplir con el consumo interno son más de 7 mil millones.
Este cuadro indica el número de animales sacrificados para el consumo de EE.UU. en solo el año 2013, con cifras de USDA (2014a; 2014b) y Counting Animals 2015).
Perspectivas para un cambio alimentario consistente con el respeto a los derechos de la naturaleza
En este trabajo hemos explorado aspectos de una práctica alimentaria central de los humanos, la producción y consumo de carne, a la luz de sus impactos sobre la ecología del planeta en el marco ético del Buen Vivir sugerido por la Constitución del Ecuador. Sugerimos, basados en los datos disponibles más confiables, que esta práctica es altamente violadora de los derechos de la naturaleza reconocidos en la Constitución del Ecuador y merece un tratamiento urgente ya que es el principal destructor de los bosques de América Latina, así como emisor de gases de efecto invernadero, que los mejores cálculos estiman causarán cada vez más graves daños para todos. Igualmente, sugerimos que el marco del Buen Vivir, nos invita a pensar en otros animales como sujetos de derechos, no solo como especies sino como individuos, lo cual constituye otra razón poderosa para cambiar la práctica prevalente de alimentarse con carne.
En cualquier país del mundo en este momento, un gobierno que prohíba la producción y comida de carne sería derrocado rápidamente. Sin embargo, el gobierno puede y debe implementar políticas que no incentiven esta práctica, que la desincentive, que informe sobre sus orígenes y sus consecuencias, que sugiera e incentive alternativas. Cuando las personas estén suficientemente sensibilizadas, un gobierno democrático que crea en la justicia debe, así como se ha hecho con matar toros por espectáculo, prohibir que se maten por su sabor.
Notas: 1 Thornhill y Palmer (2001) en su Historia Natural de la Violación trazan el rol evolutivo de la violación. ¿Cambiaríamos nuestro criterio ético si ese estudio es verdad y de repente defenderemos el derecho de los hombres a violar mujeres? Por supuesto que haremos mejor en adoptar actitudes, acciones y políticas que eviten la dominación sexual de los hombres sobre las mujeres, independiente de esta historia.
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Ricardo Restrepo
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