Un principio táctico básico: No nos enfrentemos al capitalismo

Es comprensible que cuando uno se enfrenta a un monstruo dispuesto a dominarnos la tentación sea volverse para enfrentarse a él cara a cara y combatirlo denodadamente. Esto valdría para describir prácticamente todas las revoluciones y movimientos de liberación habidos hasta ahora, y hay situaciones en las que no se puede evitar actuar así. Pero este no es el modo en que vamos a proceder nosotros. No vamos a enfrentarnos al monstruo consumista-capitalista. Lo que vamos a hacer es, de hecho, ignorar a muerte al capitalismo.

Del anticapitalismo y el ecologismo como alternativa política

Anticapitalismo es el término que se ha ido imponiendo para designar un horizonte de ruptura con el actual orden de cosas. A menudo se señala críticamente el carácter negativo del concepto, pero esto es sólo una verdad a medias puesto que el anticapitalismo, como lo entendemos buena parte de quienes nos situamos en este campo, desemboca directamente en la formulación de propuestas alternativas a las políticas dominantes que apuntan hacia otro modelo de sociedad.

¿Antisistema? Por supuesto

En vistas de cómo va el mundo, el anticapitalismo es hoy una apuesta perfectamente razonable y un verdadero imperativo moral y estratégico. No parece que sean los antisistema quienes deban justificarse, sino los pro-sistema quienes deberían hacerlo. “No se puede ser neutral en un tren en marcha”, nos recordaba el historiador Howard Zinn en su autobiografía, y menos en un tren desbocado hacia el precipicio como lo es la humanidad, retomando la lúcida metáfora de Walter Benjamin. Hay que escoger entre dos lógicas antagónicas, la de la competencia y del todos contra todos o la de los bienes comunes y la solidaridad. Este es el dilema planteado por los movimientos anticapitalistas y antisistémicos de hoy en día.

Anticapitalismo y justicia climática

El capitalismo verde se apunta a la carrera del cambio climático, aportando una serie de soluciones tecnológicas (energía nuclear, captación de carbono de la atmósfera para su almacenamiento, agrocombustibles, etc.) que generarán mayores impactos sociales y medioambientales. Se trata de soluciones falsas al cambio climático que intentan esconder las causas estructurales que nos han conducido a la situación actual de crisis y que buscan hacer negocio con la misma, a la vez que plantean la contradicción entre el cálculo cortoplacista del capital y los ritmos largos del equilibrio ecológico.

Por qué es razonable ser anticapitalista

Millones de seres humanos no pueden satisfacer sus necesidades fundamentales. Les falta agua potable, comida en cantidad suficiente y alojamiento decente, y tampoco tienen acceso a la sanidad y a la educación. Por lo tanto, el sistema capitalista no consiguió mejorar la vida de la gente ni poner fin a las grandes plagas que hacen sufrir a la humanidad. Peor aún, en los últimos treinta años, es decir, desde la implantación del capitalismo neoliberal, la situación se ha degradado tanto en el Norte como el Sur del planeta. Al considerar la situación desde un punto de vista global, el balance del capitalismo es sumamente negativo.

América Latina frente a la crisis global

El ajuste industrial que sacude a Latinoamérica es impuesto por las empresas transnacionales, que reorganizan su producción a escala mundial. Es evidente que los pueblos sufrirán duros embates si no afianzan la resistencia al atropello que se avecina. Hay que prepararse para enfrentar el desempleo y la pobreza con medidas de expropiación de los banqueros, suspensión del pago de la deuda y nacionalización de los recursos naturales.