Los transgénicos son producto de una agricultura basada en la industrialización y la producción a gran escala de alimentos para el mercado mundial con un objetivo exclusivo y excluyente: el beneficio de las multinacionales que la promueven. El resultado es una agricultura y una alimentación contaminante y tóxica que, en lugar de contribuir a la seguridad y la soberanía alimentaria de la población y a la defensa de la naturaleza, expulsa a millones de campesinos de sus tierras entregándoselas a grandes corporaciones con la complicidad de los poderes públicos. Los desmanes del capitalismo global se abaten sobre la humanidad y la naturaleza. La crisis alimentaria, consecuencia de la industrialización, el libre comercio y la especulación con los alimentos tiene, en los transgénicos, una de sus causas. Los sectores sociales más desfavorecidos, los campesinos y las mujeres, son las víctimas directas de la agricultura industrial y transgénica.