Para la diseñadora de vestuario profesional y bordadora a mano Romy McCloskey las mariposas tienen un significado muy especial.
Hace casi veinte años su madre falleció de cáncer, y antes de morir le dijo: ‘Romy, no te preocupes. Cada vez que veas mariposas, sabrás que me estoy comunicando contigo para decirte que estoy bien y que te amo“, relató la joven.
A partir de allí, Romy tiene un vínculo muy particular con las mariposas, cada vez que encuentra orugas en su jardín, las lleva adentro de su casa para que se desarrollen tranquilas y puedan hacer su metamorfosis a salvo de los depredadores.
En esta oportunidad, la historia es que de unos de los capullos que ella cuidaba, emergió una mariposa con un ala rota.
Romy, estaba preocupada porque no pudiese volar nunca y un tanto resignada a ocuparse de ella hasta su muerte, hasta que recibió de un amigo un manual para reparar alas de mariposa.
Para realizar la “operación” utilizó elementos caseros: una toalla, colgador de alambre, cemento de contacto, palillo de dientes, bastoncillos de algodón, tijeras, pinzas y polvos de talco”.
Luego de conseguir un ala de otra mariposa que ya había muerto, sujetó suavemente a su paciente, le cortó la parte dañada, y le pegó la otra. Romy comparó sus alas con las uñas o el cabello humano: “No tienen receptores del dolor” Quedó como nueva.
Estuvo a cuidado con dosis de néctar durante un día y finalmente, la hermosa monarca pudo volar por primera vez y salir libre a polinizar los jardines.
“Cuando aterrizó pensé que tendría que llevarla de vuelta a casa”, dijo Romy. “Pero justo cuando estaba a punto de alcanzarla, se fue y siguió adelante. Me sentí realmente feliz. Y feliz no lo describe de manera adecuada. No tengo otras palabras. Estaba orgullosa de ella”.

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