Tira, nacida en la reserva Masai Mara de Kenia, no tiene las tradicionales rayas blancas y negras sino que es de color marrón y su cuerpo está salpicado de puntos blancos.
Los científicos informaron que se trata de una mutación genética que además de haber cambiado rayas por lunares, presenta los colores invertidos.

Tira no es el primer especimen con esta sinularidad en su pelaje. Hace unos años, ocurrió algo similar, una cebra tenía los colores invertidos pero conservaba el diseño del pelaje a rayas.
Algunos especialistas siguieren que esta mutación se debe al cambio climático. A pesar de tener un aspecto diferente, la cebra no ha sido rechazada por sus padres, que la mantienen dentro de la manada.

Un estudio demostró a principio de junio de este año que las rayas de las cebras funcionan como un mecanismo para regular su temperatura corporal, en lugar de servir para deslumbrar a los insectos y protegerse de las enfermedades como se creía hasta el momento.

Los autores del estudio publicado en “Journal of Natural History” argumentaron que las rayas es la forma especial con la que las cebras sudan para hacer que su temperatura baje y las pequeñas convecciones de aire creadas entre las rayas ayudan a la evaporación, mientras que la capacidad no registrada previamente de las cebras para erigir sus franjas negras es una ayuda adicional para la pérdida de calor.

El problema para Tira es que puede ser una presa de los grandes carnívoros en la sabana. Las líneas de las cebras son un “don de la naturaleza”. Los animales que quieren atacarlas no pueden distinguir donde comienza y donde finaliza el cuerpo de la cebra y donde está la más pequeña y vulnerable del grupo. La cebra que es distinta, como Tira, puede ser un objetivo muy fácil.
La Razón y Corriere della Sera.
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