Comienza el verano y nos exponemos más al sol y al riesgo del fotoenvejecimiento. A pesar de que algunos días sean nublados, los rayos UV afectan igual a nuestra piel, ocasionando un riesgo en nuestra dermis. Por eso, es importante conocer cuál es la predisposición que tenemos a la sensibilidad de los rayos ultravioletas para cuidarnos y evitar posibles enfermedades.
Antes de explicar qué es el fotoenvejecimiento y cómo influye en nuestro ADN, es importante señalar los efectos que pueden ocasionar los rayos ultravioletas en nuestro cuerpo y cuáles son los medidas que debemos tener en cuenta a la hora de exponernos al sol.
Si bien la luz solar es beneficiosa para mejorar nuestro estado de ánimo, fortalecer nuestro sistema inmunológico y disminuir la presión arterial, también puede ocasionarnos cáncer de piel y envejecimiento cutáneo, entre otras enfermedades. Por lo tanto, los médicos recomiendan exponerse a los rayos ultravioletas durante el día solo 15 minutos, antes o después del mediodía.
Con respecto a los cuidados, es importante evitar tomar sol entre las 10 am y las 16 pm, usar sombrero, lentes de sol con protección UV y ropa que cubra la mayor parte de nuestro cuerpo.
Asimismo, es recomendable mantenerse a la sombra el mayor tiempo posible y proteger las zonas expuestas de la piel, utilizando un protector solar de factor 30 o más y aplicarlo nuevamente, pasadas las dos horas. En ese contexto, es imprescindible ingerir 2 litros de agua por día para evitar la deshidratación.
Qué es el fotoenvejecimiento y cómo influye en nuestro ADN
El envejecimiento facial es un signo de desgaste epidérmico que aparece en la cara debido a los efectos del sol.
Para que se produzca el fotoenvejecimiento, los rayos ultravioletas deben penetrar en las células de la piel, afectando la producción de colágeno y elastina. Estos son los responsables de dar a la epidermis una sensación suave y elástica que, normalmente, se le atribuye a las características propias de la juventud. Pero cuando la persona se expone continuamente a los rayos UV, acelera el proceso de envejecimiento cutáneo, ya que provoca la destrucción de células tempranas.
Asimismo, los daños no solo se aprecian en la apariencia física, sino que también derivan en problemas más serios, como la alteración en el ADN celular que, a la larga, suele ser el causante del cáncer de piel.
El poder de la genética para proteger la piel
La clave para proteger la piel del fotoenvejecimiento es comprender los riesgos y ajustar el comportamiento para asegurar una protección adecuada para la piel en todo momento.
El riesgo a desarrollar fotoenvejecimiento se puede determinar a partir de la propia genética y de esta manera entender cuáles son las principales necesidades de cada piel. En ese sentido, factores ambientales como el clima, el uso de medicamentos y otras predisposiciones genéticas pueden impactar en las características de cada piel.
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