Por Susana Papale. Presidenta de la Fundación Nueva Tierra
"La madre Tierra, nuestro hábitat natural, peligra", nos dice la profesora Susana Papale, especialista en protección ambiental. Y define el rol que hoy le cabe a la educación en esta problemática.
En nuestro medio no existe una toma de conciencia adecuada sobre tan serios problemas. ¿Es tan seria la presencia del problema o es una exageración ideológica de los movimientos verdes?
Los problemas que aquejan a nuestro planeta son reales y por demás variados en su origen, en algunos casos se agravan por la ausencia de políticas ambientales o por incoherencia en la aplicación de la legislación. Pero, ¿quién es el verdadero responsable? La respuesta surge sin vacilaciones: "el hombre y su accionar desaprensivo sobre la naturaleza". Es totalmente cierto, pero vale aclarar también que cuando le asignamos responsabilidad a todos no llegamos a vislumbrar al o los verdaderos directos responsables. Cabe preguntarse entonces, ¿es lo mismo arrojar un papelito al suelo que volcar un residuo tóxico a un curso de agua? ¿Se puede poner en un nivel de paridad las consecuencias de las políticas ambientales de los países desarrollados, con su alto grado de consumismo, con la de los en ?vía de desarrollo? depositarios, en muchos casos, de los ?desechos? de los del primer mundo?
Si todos somos responsables, todos debemos pagar. Esta línea de pensamiento nos lleva a una situación de injusticia ambiental.
No pretendo con esta respuesta hacer una ecología de catástrofe porque sé que, irremediablemente, esto lleva a la inacción; por el contrario, lo que pretendo es que a partir del conocimiento de los problemas se genere una verdadera toma de conciencia. Nadie lucha por lo que no conoce, sino por aquello que ama, palabra clave que nos compromete y nos conduce a tratar de revertir las situaciones de riesgo.
Los movimientos verdes o ecologistas alertan, investigan, solucionan, luego está en cada uno de nosotros el participar para comprender el mensaje de la naturaleza y protegerla desde cualquier sea el rol que ocupemos en la sociedad, para que nuestra vida y la de los otros mejore en calidad.
¿Entonces, por qué nuestros conciudadanos muestran tanta apatía ante estos males?
Apatía presupone insensibilidad, no creo que nadie pueda permanecer insensible ante la contaminación de un río, la tala de bosques, la ex6tinción de especies o un accidente nuclear, por citar sólo algunos de los tantos desastres ecológicos que se producen casi a diario.
Tal vez la inmovilidad contenga miedo. Lo que se desconoce produce un estado de ¿qué puedo hacer yo ante esta situación que abruma? Aquí es donde la educación ambiental impartida desde organismos oficiales y no oficiales, por medio de programas, proyectos o bibliografía específica, juega un rol primordial.
Educarse para el cuidado del ambiente no terminará sólo en la información, en el conocimiento de los problemas, sino que será un vehículo que nos lleve hacia una nueva construcción de valores.
La conformación de grupos o la participación en los ya existentes para generar proyectos ambientales puede ser el comienzo de la transformación de nuestra conducta.
En orden de prioridad, ¿cuáles son las medidas más urgentes a tomar en nuestro país?
Nuestro país no escapa a los problemas ambientales que afligen al mundo. Deforestación, desertificación, pérdida de la biodiversidad, todo tipo de contaminación, etc. Tal pluralidad de problemas requiere de soluciones diferentes, pero por sobre todo hacer cumplir la ley. Nuestro país no carece de legislación ambiental, pero es peor la no aplicación de la ley que la ausencia de ley, porque lo primero implica corrupción.
Todo es urgente y requiere resolución inmediata. El estricto control de la generación de residuos que tienda a la minimización tanto de los industriales, comerciales o domiciliarios, tiene prioridad uno, no sólo aquí sino en el mundo.
¿Es posible, sin la simultaneidad de acciones preventivas internacionales, alcanzar las metas propuestas?
Sin duda que los problemas ambientales requieren de estrategias internacionales, ya que no tienen frontera.
Programas que fomentan acciones concretas en pro de la conservación de la calidad del aire, del suelo, del agua, preservación de la biodiversidad y que propendan a un desarrollo sustentable seguramente harán alcanzar los objetivos de los ambientalistas que son los que la humanidad necesita.
¿Lo ambiental es sólo un tema de educación inicial o toda la sociedad, cualquiera sea su edad o actividad, debe también educarse?
Circunscribir la educación ambiental al nivel inicial es pensar que sólo es ?cosa de chicos? cuando en realidad es también de grandes de los grandes de espíritu y de corazón, cualquiera sea su edad.
Los chicos del jardín de infantes son los que han practicado el ecologismo desde siempre, ya que la maestra jardinera, dentro de su planificación didáctica, apunta a un objetivo fundamental que es el respeto que el niño y el hombre deben a la naturaleza.
La educación ambiental debe ser permanente, reflexionar y ubicarnos en una posición de protagonistas de un cambio de actitud, nos convertirá en verdaderos centinelas de la Tierra.
La Ley Federal de Educación fija una política estatal que incluye cambios curriculares y establece la obligatoriedad de la enseñanza de los principios y modos de contribuir a la protección del ambiente.¿Cuál será la trascendencia que tendrá en la comunidad educativa?
Hoy, en los CBC (Contenidos Básicos Comunes) que propone la Ley Federal de Educación, el docente encontrará el tratamiento interdisciplinario que la educación ambiental requiere. El papel que le corresponde a toda la comunidad educativa de aquí en adelante, será decisivo para cambiar la situación preexistente.
El libro "Educación ambiental, una causa común", que escribimos el biólogo Alejandro Ruiz Banal y yo, desea cubrir el desamparo que experimenta el docente cuando tiene que tratar temas que hacen al ambiente.
Nos propusimos brindar estrategias institucionales que involucren a toda la comunidad y la incentiven para llevar a cabo proyectos que puedan dar solución a los problemas locales, ya que la escuela no queda afuera de los conflictos ambientales. Es obligación del docente abordarlos sin dilaciones.
De ahora en más, a partir de las reflexiones que promueva la lectura de esta obra, nos identificamos plenamente con aquellos que deseen modificar la realidad ambiental con la esperanza de lograr un futuro en el que la dignidad de los seres humanos adquiera la jerarquía que merece.
La temática de este libro no fue elegida al azar, sino que es la solicitud permanente de alumnos, docentes y comunidad a través de nuestra trayectoria como ambientalistas en el permanente dictado de cursos y talleres que realizamos en todo el país.
Susana Papale
nuevatierra@hotmail.com