El cambio climático es un problema global que está causando nuevos desastres naturales en diferentes partes del mundo. Las comunidades se ven afectadas por estos desastres y deben adaptarse a las nuevas realidades que surgen como consecuencia de este fenómeno. A menudo, se enfrentan a una nueva crisis mientras aún se recuperan de una anterior.
Los desastres climáticos no se limitan simplemente a los lugares donde estamos acostumbrados a verlos, como las tormentas tropicales o los incendios forestales.
Este verano, Estados Unidos ha sido testigo de una serie de desastres naturales que han afectado a diferentes regiones del país. California, conocida por su histórica sequía y devastadores incendios forestales, también ha sufrido el impacto inesperado de la tormenta tropical Hilary, que azotó Los Ángeles esta semana. Hawái se enfrenta a una doble amenaza: no solo se espera la llegada de huracanes en la costa este, sino que también debe lidiar con la pesadilla de la contaminación causada por el humo de incendios que están ocurriendo a cientos de kilómetros de distancia. La vegetación nativa de Hawái no debería arder, pero los incendios han afectado seriamente a Maui.
“Vemos una magnitud cada vez mayor de ciertos tipos de desastres. Vemos un impacto socioeconómico cada vez mayor de los desastres. También estamos viendo desastres en lugares donde normalmente no vemos ciertos tipos de desastres, y diferentes tipos de desastres interactuando entre sí”, dice Andrew Kruczkiewicz, asociado senior del Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad de Columbia Climate. Escuela.
Según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, la actividad humana, específicamente las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes del uso de combustibles fósiles, se ha convertido en la principal causa del clima cada vez más extremo en todo el mundo. Con el aumento de los gases de efecto invernadero, la temperatura tanto en la tierra como en el mar se incrementa. Este fenómeno conlleva a condiciones climáticas más extremas, como tormentas más intensas y huracanes alimentados por el calor del agua. Lo que permitió al huracán Hilary intensificarse hasta llegar a ser una tormenta de categoría 4 en el Pacífico fue su fuerza suficiente para mantenerse como tormenta tropical sobre Baja California y el sur de California.
En contraste, el calentamiento del clima está provocando la sequedad de los paisajes. Esto hace que los bosques y pastizales estén propensos a incendiarse fácilmente. Cuando un incendio estalla, existe la posibilidad de que se convierta en un megaincendio debido a la abundante materia inflamable disponible. ¿Dónde está el fuego? Hay humo. Y, de repente, la exposición prolongada al humo de los incendios forestales es un nuevo riesgo para la salud pública en amplias zonas de Estados Unidos. Durante el mes de junio, la ciudad de Nueva York tuvo el desafortunado título de ser considerada temporalmente la ciudad más contaminada del mundo. Esto se debió a que una densa capa de humo proveniente de los incendios en Quebec viajó aproximadamente 500 millas y oscureció los cielos neoyorquinos.
Como era de esperar, la catástrofe ambiental que ha ocurrido recientemente no se puede separar de los daños previos que ha sufrido el área. No es sorprendente escuchar a los residentes de Maui decir que el caos y la devastación del último mes no son considerados como un desastre “natural”. Durante el período colonial estadounidense, se produjeron importantes cambios en el paisaje de las islas, que tuvieron consecuencias significativas en los eventos posteriores. El establecimiento de plantaciones de caña de azúcar y piña tuvo un impacto devastador en la rica ecología nativa. Este escenario preparó el terreno para eventos posteriores, como el incendio que ocurrió más adelante. Durante los períodos de descanso agrícola, cuando los campos quedan sin cultivos, existe el riesgo de que pastos invasores y altamente inflamables tomen el control. Este fenómeno introduce un nuevo peligro de incendios forestales, y este riesgo aumenta aún más debido al cambio climático que empeora la sequía.
Durante este mes, Lahaina, en Hawái, fue devastada por los incendios forestales más letales de su historia. Esta ciudad solía ser la capital del Reino de Hawái antes de transformarse en un popular lugar turístico que dificultaba la posibilidad para los residentes nativos de vivir allí. Una vez que los residentes han enfrentado los incendios, ahora deben estar alertas a otra posible amenaza: la apropiación de tierras por parte de agentes inmobiliarios y promotores que buscan aprovecharse de la tragedia. Es importante destacar que los incendios no son la única razón por la cual las familias podrían perder sus hogares.
En situaciones de desastre, es común observar que las comunidades históricamente marginadas son las que resultan más perjudicadas. “Las comunidades que están sintiendo el impacto de manera desproporcionada son las poblaciones de bajos ingresos, las que sistemáticamente no tienen prioridad y tradicionalmente están desatendidas”, dice Kruczkiewicz. “Ese es siempre el caso de los desastres, especialmente cuando vemos que se agravan”.
Cuando calamidades como incendios forestales y huracanes se encuentran, pueden tener efectos devastadores. Un ejemplo de esto es cuando un huracán en alta mar aviva las llamas de los incendios forestales recientes en Maui. Las cicatrices de las quemaduras en California aumentaron el riesgo de inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra debido a la tormenta tropical Hilary. En el ámbito de la ciencia climática, se utiliza el término “evento compuesto” para describir un fenómeno en el que se acumulan múltiples tipos de amenazas. Estos eventos suelen tener un impacto más severo que la suma individual de cada una de las partes involucradas.
“La combinación es como cuando llueve a cántaros… Antes de que puedas recuperarte por completo, te golpean de nuevo. Entonces, el efecto de esa serie de eventos es peor porque se vive en ese marco de posibilidad de múltiples peligros”, dice Gonzalo Pita, científico investigador asociado de la Escuela de Ingeniería John Hopkins Whiting y director del MSE en Ingeniería de Sistemas, cuyo trabajo se centra en el riesgo de desastres.
Existe la posibilidad de tomar medidas para prevenir que estos desastres empeoren, como reducir las emisiones de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático. Sin embargo, dado que las personas ya se enfrentan a nuevos y múltiples peligros al mismo tiempo, es crucial prepararse para lo inesperado. “La situación que estamos viviendo ahora en el país enfatiza la necesidad de ser proactivos a nivel administrativo, estatal y federal”, dice Pita. Como bien menciona, es prudente considerar la reevaluación de los planes de emergencia y los datos utilizados por los formuladores de políticas para evaluar los riesgos. Estos últimos meses han evidenciado cómo el entorno puede cambiar rápidamente, demostrando la importancia de mantenerse actualizado y preparado ante cualquier eventualidad.
Con información de theverge.com