Por Ana Sáez Ramirez
En todo el mundo los reactores atómicos producen anualmente 8300 toneladas de material radioactivo, del que una parte es material altamente radioactivo, y el resto material de baja radioactividad.
Hasta la actualidad se han producido 290.000 toneladas de residuos radioactivos de alta radioactividad y un número mucho más elevado de residuos de radioactividad inferior. Una cifra enorme cuyo potencial dañino no nos podemos ni imaginar.
La vida media (T½) es la cantidad de tiempo necesaria para la disminución, a la mitad, del material radioactivo, es decir, que la radioactividad total después de esta vida media se reduce a la mitad. Por ejemplo en la actualidad existen unas 1000 toneladas de plutonio, una de las sustancias más venenosas que existen.
El plutonio tiene una vida medida de 24.000 años, un período de tiempo enorme.
Por lo tanto las 1000 toneladas de plutonio se descompondrían tras ese período de tiempo, aunque después de 100.000 años contendrían aún 6 Kg. Parece una cantidad irrisoria, sin embargo con 6 kilos de plutonio se podrían construir 1200 bombas o provocar cáncer de pulmón en 6.000 millones de personas. Se trata por tanto de un material altamente venenoso que el ser humano apenas puede dominar.
Por lo tanto en base a estos pocos datos aportados, ¿cómo se puede decir que la energía nuclear es la energía más limpia? Argumento al que echan mano actualmente los políticos para continuar con dicha actividad, a pesar de los riesgos que entraña.
Naturalmente que hay que reconocer que las plantas nucleares como tal, producen un tipo de energía limpia, pero sólo mientras las sustancias radioactivas contenidas en el reactor nuclear se mantienen dentro del mismo, y siempre que la basura que genera no tuviera que ser depositada en ningún tipo de cementerio que no garantice, a la larga, la completa seguridad de que no escapará al medioambiente.
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