¿Cuánto tiempo has dedicado últimamente a conectar con la naturaleza? La respuesta seguramente irá de la mano con tu estado de salud general, el equilibrio de tus emociones y el grado de irritabilidad que experimentas en el día a día.
En efecto, los estudios más actuales de especialistas de universidades como la de Washington o Stanford, aseguran que los beneficios de la experiencia de la naturaleza se asocian con “un aumento de la felicidad, el compromiso social, la capacidad de gestión de las tareas de la vida y la disminución de la angustia mental”, según detalla un estudio al respecto encabezado por Gretchen Daily, directora del Proyecto de Capital Natural de Stanford.
La naturaleza en estado puro
Conscientes de esta realidad, muchas agencias de viaje e institutos de salud mental, promueven viajes a una reserva de la biosfera, ya que allí se encuentra la naturaleza en su estado más puro.
La sola vista de estos paisajes donde el ser humano apenas ha dejado huella, permite una desconexión mental profunda y poderosa, capaz de revertir largos períodos de estrés y angustia.
“Las interacciones entre el ser humano y la naturaleza se han presentado como importantes para promover y mantener el bienestar y los beneficios para la salud”, explica Eric Brymer en su estudio Conceptualización de los resultados para la salud humana al actuar en entornos naturales: una perspectiva ecológica, y agrega: “Las investigaciones han demostrado que las imágenes de la naturaleza, la interacción con la naturaleza, la actividad física en la naturaleza, la inmersión en la naturaleza e incluso el sentirse conectado con la naturaleza pueden mejorar la salud”.
En el mismo estudio se explica que solo 120 minutos de contacto con la naturaleza a la semana, son capaces de mejorar la salud mental y el bienestar, ya que aumenta considerablemente la segregación de las llamadas “hormonas de la felicidad”: la endorfina, la serotonina, la dopamina y la oxitocina.
El poderoso efecto del mar
De todos los escenarios naturales donde aumenta la producción de este grupo de químicos naturales que hacen que seamos más felices y nos liberemos del estrés, el mar es el número uno.
El refrán de que “todo se cura con agua salada: con sudor, con lágrimas o con el mar”, no puede ser más cierto. Está comprobado que la inmersión de una persona durante más de 15 minutos en el mar, ayuda a cambiar el PH y generar un cambio en los responsables químicos de nuestro malestar, provocando un mejor estado de ánimo y mayor optimismo.
Fue el biólogo marino Wallace Nichols quien en su libro Blue Mind, explica esta interesante relación entre el mar y el bienestar humano. “Los sonidos del mar estimulan la corteza prefrontal, un área del cerebro que es responsable de las emociones y la reflexión personal”, explica el experto.
Al mismo tiempo, según explica Nichols, el mar recuerda el sonido del latido del corazón de la madre cuando estábamos en el útero y por eso, escucharlo genera sentimientos de protección y seguridad que combaten la angustia y la ansiedad.
Y por supuesto, si además realizamos deportes en el mar como surf, natación o caminatas por la costa, la segregación de los neurotransmisores de la felicidad, se incrementa aún más.
Tres destinos paradisíacos para escapar del estrés
Entre las selecciones de revistas especializadas y foros de viajeros, estas son las recomendaciones que más se repiten:
- “Fakarava” (Reserva de la biósfera). Significa “belleza” en tahitiano y realmente hace honor a su nombre. Se encuentra al noroeste Tahití, a unos 450 kilómetros de Papeete y es el segundo atolón más grande de Polinesia Francesa. Su arrecife de coral mide 60 km de largo y 25 de ancho.
- Lago Moraine. Está en el “Valle de los 10 Picos” dentro del Parque Nacional de Banff en Alberta (Canadá). Este precioso lago se alimenta del deshielo de un glacial cercano e irradia un potente color azul. Un auténtica postal que cobra vida ante los ojos del viajero.
- Cataratas del Iguazú (Argentina y Brasil). Se trata de una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo y tiene 275 saltos. Las pasarelas permiten disfrutar de un contacto sumamente estrecho con la fuerza del agua o disfrutar de su vista panorámica, hacer senderismo, entrar en contacto con la exuberante flora y fauna autóctona, etc.
¿Y si no podemos viajar?
Existen algunas iniciativas gubernamentales para devolver el verde a las ciudades y que, de esta forma, cualquier persona pueda tener minutos de conexión con la naturaleza aun en plena urbe.
Mientras se avanza en ese sentido, existen algunas alternativas para permitirnos recuperar este contacto tan necesario y saludable con la naturaleza.
Las escapadas de los fines de semana, explorar los alrededores de la ciudad o conocer algún camino salvaje en las inmediaciones o incluso acampar en el camping de la ciudad, son algunas de las posibilidades al alcance de cualquiera. Se trata de priorizar el verde, el aire puro y el sonido del agua. Seguramente habrá algún destino no muy lejano que nos permita esta experiencia.
Sin dudas, conectar con la naturaleza debería ser una de las prescripciones médicas universales. Vale la pena conocer y experimentar los beneficios de la “terapia verde”.
Por Gaia Vercelli