No es fuego, es capitalismo

De frente a una catástrofe ambiental sin precedentes en el Amazonas, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, minimizó la tragedia afirmando que “es la temporada de incendios” y añadió, divertido: “Me solían llamar capitán Motosierra y ahora soy Nerón incendiando el Amazonas“.

Desde enero y hasta hoy se registraron 72.843 focos intermitentes de incendios forestales por la “política de desarrollo” del presidente brasileño para agronegocios y megaminería.

Los incendios tiene un claro mensaje: expulsan a las poblaciones originarias de sus tierras y les permiten a hacendados y terratenientes hacerse presentes en zonas vedadas hasta años atrás. 

Mientras el negocio avanza de la mano de Bolsonaro y sus aliados, la reserva verde más grande del planeta sigue en llamas, y las consecuencias del fuego alcanzan ya centros urbanos.

No se trata simplemente de la codicia de un dirigente de derecha, es un sistema que alienta la destrucción del ambiente para acrecentar ganancias y generar nuevos negocios.

Los diez municipios de la Amazonia que más han ardido son también los más deforestados. Juntas, esas localidades suman el 37% de los incendios en lo que va de año y el 43% de la deforestación total registrada hasta julio. En algunos casos, señalaba el IPAM, el fuego se hacía de manera controlada para limpiar campos, incluso en áreas protegidas con presencia humana, como aldeas indígenas o reservas extractivas. Pero la situación va más allá: “Es realmente preocupante”, reconoció el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, en un encuentro sobre cambio climático en el que fue abucheado mientras intentaba hacerse escuchar.

El Amazonas arde, porque el fuego que destruye todo se llama capitalismo. Ecoportal.net

Revista y Editorial Sudestada