La aplicación de insecticidas a base de sulfluramida para el control de la hormiga cortadora de hojas o como se denomina en otras latitudes como arriera, bachacas o zompopas, se ha popularizado dentro de agricultores, técnicos forestales, ingenieros agrónomos, debido a su fácil aplicación, practicidad y efectividad.
Sin embargo, dichos cebos atrayentes a base de sulfluramida, dada su toxicidad, persistencia y bioacumulación pueden causar efectos ecológicos adversos a nivel global, por lo cual el uso de insecticidas a base de sulfluramida, se encuentra actualmente restringido por las autoridades ambientales.
La sulfluramida al degradarse se transforma en PFOS (sulfonato de perfluorooctano). El PFOS es un contaminante tóxico, extremadamente persistente y bioacumulable, que está sujeto a medidas de restricción mundial por el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP).
A pesar de la peligrosidad del PFOS, se han realizado varias exenciones a su uso. Uno de los “usos aceptables” es el empleo de sulfluramida en cebos para el control de hormigas cortadoras de hojas de los géneros Atta spp. y Acromyrmex spp.
La novena Conferencia de las Partes del Convenio de Estocolmo, a celebrarse del 29 de abril al 10 de mayo de 2019, en Ginebra, Suiza, va a evaluar si las exenciones y “usos aceptables” para PFOS todavía son necesarios. Los gobiernos que son Parte van a tomar la decisión de aceptar o modificar la recomendación del Comité de Examen de Nuevos COP para permitir la sulfluramida para uso agrícola.
Este folleto busca informar a la sociedad civil y a los representantes gubernamentales sobre los problemas ambientales y de salud pública que implica el uso de la sulfluramida al transformarse en PFOS.
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