Por Mª José Navarro
Por poner un ejemplo: las diferentes clases de plantas, hierbas, flores, árboles y arbustos tienen igualmente su ritmo especial, un tono cósmico de acuerdo con su desarrollo espiritual. De esta forma si el ritmo corporal del enfermo no está completamente en consonancia con el ritmo de la naturaleza o de una planta medicinal determinada, entonces ni la naturaleza, ni la planta pueden actuar en el órgano enfermo en la media en que podrían hacerlo de estar, tanto el ritmo corporal del paciente como el de la planta, en sintonía.
Todo el organismo es melodía. Cada órgano tiene un tono especial. Todos los órganos juntos, también las glándulas y hormonas producen la melodía del cuerpo. El ritmo del cuerpo corresponde entonces al sonido del cuerpo. Los tonos de los órganos no se pueden captar con los oídos ni con instrumentos humanos, sin embargo el ritmo corporal es visible y en última instancia también audible, pues una persona excitada provoca mucho revuelo a su alrededor, por el contrario una persona tranquila está recogida en sí misma y no llama mucho la atención con sus asuntos.
La persona apacible cuya conciencia está instruida por medio de la realización de las leyes eternas, son personas despiertas, concentradas y receptivas. Los seres humanos tranquilos, orientados a Dios, captan en un instante más de lo que un hombre bullicioso a menudo puede comprender en horas o incluso días o años. Los hombres del Espíritu también están en condiciones de captar y absorber las sustancias materiales y espirituales de las hierbas, porque son equilibrados y están orientados al interior. Por eso tienen también un ritmo corporal armonioso que se iguala al ritmo de la naturaleza.
Quien quiera aprovechar las fuerzas cósmicas que actúan en la naturaleza, en todo lo que existe, tiene que estar primero dispuesto a cambiar su vida y orientarse hacia las fuerzas cósmicas, hacia las leyes del infinito y de la naturaleza. Aquí también vale lo siguiente: igual a trae a igual. Las fuerzas superiores se fortalecen y se fecundan mutuamente, por el contrario las energías humanas, inferiores y despolarizadas de querer ser, poseer y tener actúan destruyendo y debilitando.
Mª José Navarro(24764815W)
De la publicación: “Origen y formación de las enfermedades”
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