Existiría una relación entre la contaminación atmosférica y trastorno bipolar y la depresión

Un estudio ha sugerido, una vez más, que la contaminación atmosférica es un factor de riesgo importante para los problemas de salud mental.

La contaminación atmosférica es responsable de muchas de nuestras enfermedades, incluso las más graves.

La Organización Mundial de la Salud relaciona la contaminación atmosférica con enfermedades mortales como el cáncer de pulmón y los accidentes cerebrovasculares. Pero además, un nuevo estudio, pone en evidencia que en las ciudades más contaminadas se registran más casos de problemas neurológicos como la depresión y el trastorno bipolar.

Un equipo de científicos de EE.UU ha podido detectar que en los lugares donde la calidad del aire no es la adecuada según las referencias de la EPA (Agencia de Protección Medioambiental), los casos de trastorno bipolar aumentan en un 27%, mientras que la depresión, un 6%. Ambos casos, comparados con las cifras promedio del país.

Si bien Andrey Rzhetsky, una nueva investigación y responsable de la investigación, no afirmó que el estudio demuestra la relación directa entre la contaminación atmosférica y los problemas de salud mental, dejó en claro que los individuos que habitan los lugares con mala calidad de aire, tienen más probabilidades de padecerlas.

Estudios de la misma índole en Londres, China y Corea del Sur han encontrado vínculos similares entre lugares contaminados y trastornos de salud mental.

Rzhetsky afirma que su investigación demuestra que los trastornos neurológicos son más frecuentes en las ciudades de Estados Unidos que están siendo cada vez más contaminadas.

Un mapa de la contaminación atmosférica

Los investigadores analizaron datos de Estados Unidos y Dinamarca para establecer este vínculo.

En los Estados Unidos, estudiaron 11 años de datos de seguros de salud de 151 millones de personas que habían presentado reclamos por trastornos psiquiátricos: trastorno bipolar, depresión mayor, trastorno de personalidad y esquizofrenia. También analizaron la epilepsia y la enfermedad de Parkinson.

A continuación, analizaron los datos de calidad del aire, el agua y el suelo de la EPA en busca de lugares donde se superpusieran los reclamos y los altos niveles de contaminación. La superposición entre la contaminación del aire y el trastorno bipolar fue la más evidente.

Colaboraron con científicos daneses para estudiar el efecto de la contaminación en Dinamarca y cotejar resultados similares. Pero la diferencia es que no se tomaron datos por ciudades, sino los niveles de exposición a la contaminación atmosférica de individuos durante su infancia.

De todas maneras, los resultados fueron similares, la exposición a la contaminación atmosférica se asociaba a un mayor porcentaje de personas con trastorno bipolar y depresión.

«Estos hallazgos se suman a las pruebas de estudios previos sobre la existencia de un posible vínculo entre la contaminación atmosférica y los trastornos psiquiátricos», afirma Ioannis Bakolis, epidemiólogo del King’s College London que no participó en este estudio.

De todas maneras, sostiene que el hecho de que el estudio se base en datos por ciudades supone demasiadas variables como para determinar de forma concluyente que la contaminación atmosférica sea la responsable del trastorno bipolar y la depresión.

Antecedentes de la relación entre la salud mental y la contaminación atmosférica

El conocimiento sobre los efectos en el cerebro de la contaminación atmosférica se debe a los estudios realizados en laboratorio en perros y roedores. En el año 2002 se realizó una investigación sobre el estado de salud de perros callejeros en relación a la contaminación generada por el tráfico. Se encontraron evidencias de daños en pulmones, vías respiratorias y cerebro.

«Lo que ocurre en el cerebro es algo parecido a la inflamación», afirma Rzhetsky. «Provoca síntomas similares a la depresión [en perros]».

En una investigación publicada en Pekín se descubrió que inhalar partículas en suspensión disminuía la inteligencia de las personas al someterse a pruebas de matemáticas y lenguaje.

Con estos datos previos, Xin Zhang, el autor del estudio, elaboró su hipótesis sobre la contaminación y su daño en la materia blanca del cerebro.

El cerebro en la naturaleza

En Inglaterra, los científicos están monitoreando actualmente a 250 niños para ver cómo podría estar afectando la calidad del aire de las ciudades que habitan.

Los niños llevan mochilas fabricadas por Dyson que analizan la calidad del aire e indican cuándo y dónde atraviesan los mayores niveles de contaminación.

Las autoridades municipales confían que esta información será clave para mejorar la salud pública.

Rzhetsky también espera que los profesionales de la salud mental que tratan los trastornos neurológicos analicen los factores de riesgo ambientales. Un entorno libre de contaminantes sería un punto clave para tratar dichos trastornos de manera efectiva, afirma.

Si bien los científicos todavía intentan establecer un vínculo sólido entre la contaminación y los problemas mentales, lo que sí se encuentra más que comprobado es que estar en la naturaleza posee beneficios psicológicos. Cuando estamos rodeados de naturaleza —ya sea en un bosque virgen o en un parque local— hacemos un favor a nuestros cerebros estresados.

Ecoportal.net

Con información de https://www.nationalgeographic.es/