Los efectos de algunas formas de envenenamiento químico adquirido del medio ambiente, tal como los disruptores endócrinos, pueden transpasarse hasta tres generaciones. Al menos en peces.
Los pequeños peces que se exponen incluso a niveles bajos de productos químicos disruptores endócrinos sintéticos que se han vuelto comunes en muchas fuentes de agua dulce pueden terminar transmitiendo los impactos genéticos de estos productos químicos a sus descendientes que nunca estuvieron expuestos directamente a los mismos productos químicos, dicen investigadores de Oregon State University en los Estados Unidos.
Este fenómeno puede afectar a tres generaciones de peces, lo que equivale a tener abuelos que entran en contacto con contaminantes en su entorno y transmiten los efectos a sus nietos, explican los científicos en un estudio publicado en la revista Frontiers in Marine Science .
Los disruptores endócrinos imitan las hormonas en el cuerpo y pueden provocar efectos biológicos adversos en animales acuáticos y de otro tipo al desencadenar cambios en su desarrollo, comportamiento y tasas de fertilidad.
Estos productos químicos se utilizan en una gran variedad de productos domésticos e industriales, incluidos los retardantes de llama, alimentos, juguetes, cosméticos y pesticidas. A menudo se filtran a las fuentes de agua donde luego se acumulan. Incluso en pequeñas cantidades pueden tener un impacto marcado.
Se ha demostrado anteriormente que cuando los peces están expuestos a estos productos químicos en su entorno, sus poblaciones pueden terminar sufriendo alteraciones en la proporción de sexos, tasas de fertilidad más bajas y diversas deformidades.
En su propia investigación, los científicos de Oregón examinaron cómo los productos químicos afectaron a generaciones de pejerreyes interiores ( Menidia beryllina ), un pequeño pez nativo de los estuarios en la parte oriental de América del Norte y el Golfo de México, donde se alimentan principalmente de zooplancton. Estos pequeños peces son una fuente importante de alimento para aves y peces depredadores.
En un experimento, los científicos expusieron los pejerreyes interiores al equivalente de unas pocas gotas de disruptores endocrinos en una piscina olímpica, que es una concentración relativamente baja. Luego comenzaron a estudiar tres generaciones de peces durante 21 meses para ver si los efectos de la sustancia química pasaban de generación en generación.
Para su sorpresa, encontraron cambios marcados en tres generaciones, a pesar de que solo la primera generación estuvo expuesta a los disruptores endócrinos durante algunas semanas en la vida temprana. El crecimiento y el desarrollo de las generaciones posteriores también se vieron afectados. No hace falta decir que es un hallazgo desconcertante.
“Es realmente importante entender cómo los animales pueden lidiar con el estrés en el medio ambiente, particularmente cuando estamos introduciendo nuevos estresores a diario”, enfatiza Susanne Brander, profesora asistente y toxicóloga acuática en el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de la universidad.
“Nuestra investigación ayuda a mostrar qué hacen los animales para responder a estos cambios y qué tan rápido pueden responder a ellos. Eso nos ayudará a comprender nuestro impacto en el medio ambiente a largo plazo”, agrega.
Por Daniel T. Cross. Artículo en inglés