Alemania ha sido aclamada como el símbolo de la transición hacia la energía verde. Es seguro decir que el niño no lo está haciendo tan bien.
Durante la última década, la decisión de Alemania en 2011 de dejar de utilizar la energía nuclear ha afectado más a los alemanes más pobres a través del aumento de los precios de la energía. Sin embargo, ahora que Europa se dirige directamente hacia una crisis energética, la decisión resultará desastrosa para todos los alemanes.
Las acciones gubernamentales impulsadas por ideologías han puesto al país en riesgo de apagones y lo han expuesto a los caprichos del presidente ruso Vladimir Putin, quien puede cortar el suministro de gas a Alemania a voluntad. Sin embargo, todo esto podría haberse evitado mediante el uso de la energía nuclear.
La política energética de Alemania
Un artículo de opinión de 2019 en el Wall Street Journal etiquetó la política energética de Alemania como la “Política energética más tonta del mundo”. Las grandes inversiones del país en energía solar y eólica, observó el periódico, no están entregando energía de manera confiable a pesar de ser populares entre la clase media con mentalidad ecológica.
Es seguro decir que el Wall Street Journal tenía razón y que Alemania tiene una de las políticas energéticas más tontas del mundo. Las energías renovables no nucleares no son confiables ni asequibles en una sociedad altamente industrializada. Las políticas que intentan excluir la energía nuclear por razones ideológicas, como el New Green Deal en los Estados Unidos, inevitablemente conducirán al desastre.
Alemania siempre ha tenido algunos de los precios de la energía más altos de la Unión Europea , lo que paraliza la competitividad del país en la fabricación intensiva en energía y pone a las familias de bajos ingresos bajo una gran presión financiera.
La brecha en el suministro de energía se ha llenado en parte con las importaciones de gas ruso, pero eso ha llevado a una dependencia peligrosa. Aun así, antes de la invasión rusa de Ucrania a principios de este año, hubo poca resistencia a estas políticas, especialmente por parte de la población urbana adinerada cuyas opiniones están sobrerrepresentadas en los medios.
Una situación impensada
Esta situación ahora ha cambiado porque, en respuesta a las sanciones europeas, Rusia ha reducido drásticamente la cantidad de gas entregado a Europa. Ahora muchos alemanes están dudando en apoyar las sanciones a Rusia, y Annalena Baerbock, la ministra de Asuntos Exteriores, habla abiertamente sobre la posibilidad de levantamientos públicos en el otoño.
La energía nuclear es el escape más claro de este enigma. Es una fuente de energía limpia y su huella de carbono es baja. También es una de las formas de energía más seguras: la energía nuclear causa la menor cantidad de muertes por kWh .
Además, genera un nivel de energía constante y fiable, superando a otras fuentes de energía renovable como la eólica y la solar. En 2010, el tiempo de funcionamiento de las centrales nucleares alemanas se amplió ya que los reactores locales se consideraron seguros y fiables según los estándares mundiales.
Desafortunadamente, en 2011, un accidente nuclear en la central eléctrica japonesa de Fukushima siguió a un terremoto y un tsunami, lo que dio nueva vida a los sentimientos antinucleares en Alemania. Cediendo a la histeria pública, el gobierno de la canciller Angela Merkel decidió poner fin al tiempo de funcionamiento de las centrales nucleares para 2022.
En 2011, el 41 % de la capacidad de producción de energía nuclear de Alemania se cerró abruptamente, con el 19 % destinado a los próximos 10 años y el 40 % restante programado para ser eliminado a finales de este año. Esta decisión ha perseguido a los alemanes durante la última década y resultará aún más desastrosa durante la escasez de energía en Europa tras la guerra de Rusia en Ucrania.
El peso de la historia
Para entender cómo la nación económicamente más poderosa de la Unión Europea pudo adoptar una política energética tan suicida, hay que remontarse a la década de 1970.
Después de décadas de aumentos en la prosperidad de la posguerra, surgió un movimiento antinuclear local. Este movimiento inicialmente descentralizado organizó protestas en plantas de energía nuclear y depósitos de desechos nucleares. A partir de estas iniciativas descentralizadas, el Partido Verde Alemán se formó en 1980 y desde entonces ha acumulado mucho poder político.
El Partido Verde sigue oponiéndose a la energía nuclear. Sin embargo, esta oposición en gran parte de cuello blanco se caracteriza por una falta de comprensión de las demandas de energía de las empresas privadas y cómo el aumento de los precios de la energía afecta a la clase trabajadora. Es por eso que hay pocos temas en la política alemana en los que sea evidente una división de clases tan marcada.
Una política energética sólida, basada en hechos más que en ideologías, es crucial para el crecimiento económico y la cohesión social. Los temores infundados de la energía nuclear no deberían pesar más que los beneficios de tener energía barata, limpia y abundante.
Nota del editor: Las opiniones en este artículo son del autor y no representan necesariamente los puntos de vista de Sustainability Times. Artículo en inglés.