En primer lugar, Ron Finley se hizo cargo de un tramo olvidado de la acera. A pesar de las advertencias y amenazas de arresto por parte del Ayuntamiento de Los Ángeles, inició una transformación urbana profunda. Hoy en día, gracias a la revolución de la jardinería urbana, el cultivo de huertos en las ciudades no solo es legalmente aceptado, sino que también se está convirtiendo en una estrategia clave para combatir los desiertos alimentarios y fomentar una alimentación más saludable. Estos huertos urbanos están siendo reconocidos como una guía para enseñar a romper con los problemas de falta de alimentos frescos y promover dietas equilibradas.
Las flores, a pesar de su aparente inocencia, pueden tener un impacto significativo. Un ejemplo notable es Ron Finley, quien ha pasado de ser diseñador de moda a convertirse en el “gangsta gardener” (jardinero gangster). Su labor está transformando comunidades vecinales, planta por planta. «Cultivo personas, las plantas son algo secundario», reivindica. La historia del uso de los espacios públicos está estrechamente ligada a cuestiones fundamentales como el acceso a ellos, los propósitos que deben tener y la manera de reducir las desigualdades sociales. Estos temas han sido clave en su desarrollo histórico y continúan siendo relevantes en la actualidad. A través de su iniciativa, The Ron Finley Project, este jardinero está enseñando a los habitantes de Los Ángeles a transformar los paisajes urbanos en lugares donde se cultiva alimento. En resumen, está sembrando las semillas del cambio. «Hay una idea equivocada de que con todos estos jardines doy de comer a la gente: pero los construyo por y para ellos», explica. «¿Les estoy enseñando a alimentarse? Sí. Pero solo ayudo: yo no soy la solución, eso está claro».
La historia comenzó en 2010
Cuando Finley decidió cultivar vegetales en espacios desatendidos como aceras, bordillos y césped. Sin embargo, esta práctica era ilegal en ese momento, y la ciudad rápidamente se lo hizo saber. Finley explica que recibió una orden de arresto por cultivar alimentos en parques. El individuo no desvió su curso de acción y luchó incansablemente. Su persistencia logró su objetivo de cambiar la ley municipal, permitiendo ahora el cultivo de alimentos en toda la ciudad.
El cambio revolucionario ocurrió de manera rápida gracias a un as bajo la manga de Finley. Su habilidad para avergonzar a una de las mayores ciudades del mundo jugó un papel fundamental en este proceso. Esta persona menciona que él, como residente de South Central, está recibiendo una gran cantidad de atención por parte de los medios importantes como The New York Times, Financial Times, Los Angeles Times y varias revistas reconocidas. Finley, a través de sus acciones, está logrando recuperar espacios y enfatizar algo en lo que se ha insistido constantemente: la importancia de llevar una alimentación más saludable.
«Era algo paradójico: ¿tienes a la gente diciendo que no hay comida sana en ciertos barrios y que es por el diseño urbano y ahora no permites que cultiven sus propios alimentos en las únicas parcelas de tierra de las que disponen?», resume. Su «desobediencia civil» desde las plantas demostró que, si el problema estaba en la salud de la ciudadanía, «era una cuestión de humanidad».
Cómo diseñar jardines en las ciudades
Una vez conquistado el espacio, es hora de comenzar a cultivar el jardín. ¿Pero cómo decide Finley qué plantas cultivar? Aparentemente, no tiene un plan establecido ni dibuja mapas. En cambio, adopta una mentalidad de biomimetismo y observa cuidadosamente los desafíos que enfrenta y lo que desea lograr. Le digo a la gente: “Sé el bosque, que el bosque esté contigo”», apunta haciendo un juego de palabras con los términos en inglés para fuerza (force) y bosque (forest). «Deja que te acompañe, porque nadie va por el bosque diciendo: «No me gusta esta planta, déjame sacarla de aquí». El bosque es bello y lo aceptamos. Aceptamos las malas hierbas en los árboles caídos y la sombra del sol que entra», reflexiona.
Quizá, dice, ahora la ciudadanía se ha acostumbrado a lo demasiado pulcro, demasiado estético. «Es como si tuviéramos esta mentalidad de que todo tiene que estar cuidado, manicurizado, perfectamente espaciado y perfecto, en línea», critica. Incluso si cuando, por pura ley de la naturaleza, no puede ser así: «Las ciudades fueron bosques un día, y eso es a lo que tenemos que volver».
Diseño y materiales
Al crear un jardín, además del diseño en sí, es necesario contar con los materiales adecuados. Algunas personas pueden pensar erróneamente que se requiere una gran inversión para comenzar. Sin embargo, la verdad es que no se necesitan muchas semillas para iniciar esta revolución de jardín a jardín. Este pensamiento es incorrecto y podemos llamarlo falacia. Finley utiliza un ejemplo visual para ilustrar su punto durante la entrevista. Se refiere a un árbol que se encuentra detrás de él y destaca la cantidad de mandarinas que carga. Él explica que todo ese fruto proviene de una simple semilla, lo cual muestra el poder del crecimiento y desarrollo.
Es importante tener paciencia y esperar con anticipación el resultado de la cosecha. En nuestra sociedad actual, acostumbrada a la rapidez, puede resultar complicado esperar durante varios años para ver los frutos de nuestro trabajo. Sin embargo, debemos recordar que todo depende de nuestra visión y perspectiva sí. Es como colocarse frente a un microondas y decir: «Date prisa, estás tardando demasiado»», reivindica.
Cultivar tu propio dinero
El guerrilla gardening y la creación de huertos urbanos en espacios vacíos pueden parecer simples iniciativas para embellecer las ciudades. Sin embargo, van más allá de eso. Estas prácticas buscan aprovechar los espacios desocupados para cultivar alimentos frescos, promover la sostenibilidad ambiental y fomentar la participación comunitaria. ¡Son una excelente manera de mejorar nuestras ciudades de forma creativa! Además, los jardines tienen una utilidad aún mayor: pueden resolver problemas de desigualdad social y ayudar a combatir la falta de acceso a dietas saludables. Los Ángeles es el ejemplo perfecto: la ciudad soñada, llena de ocio y tiendas lujosas, pero en la que hay que ir lejísimos para poder comprar comida. A fin de cuentas, el mundo está lleno de «desiertos alimentarios», espacios en los que resulta imposible acceder a alimentos. Y Finley lo sabe muy bien: «Es un fenómeno especialmente común en las comunidades negras; también en los campos de refugiados». «Pero igualmente hay sitios en países ricos como el Reino Unido donde no hay ningún tipo de comida sana. No es solo cuestión de Estados Unidos», asegura.
La financiación es un aspecto crucial cuando se trata de abordar el acceso al sistema alimentario. Para ilustrar esto, Finley muestra un dólar plantable con la imagen de un jardinero gangster, lo que representa una forma creativa de abordar el tema. Como es lógico, los jardines mencionados no tienen curso legal, pero transmiten un mensaje fuerte y nos ayudan a comprender todos los aspectos en valor -tanto real como emocional- que estos jardines tienen. Finley deja en claro que algo completamente gratuito no puede ser sostenible: “Si todo se obtiene a cambio de nada, la gente no lo apreciará”.
Con información de ethic.es