El actual estado de los suelos a nivel global, como resultado de la agricultura industrial

El suelo es la capa viviente que recubre el Planeta Tierra y sobre la cual se desarrollan una diversidad de interacciones de las cuales depende la vida misma.

Más formalmente, puede definirse al suelo como un sistema natural, desarrollado a partir de una mezcla de minerales y restos orgánicos, bajo la acción del clima y del medio biológico capaz de soportar la vida vegetal.

Se diferencia en horizontes y suministra en todo o en parte los nutrientes y el sostén que necesitan las plantas al contener cantidades apropiadas de materia orgánica, aire y agua.

Con la llegada de la Revolución Verde y la industrialización de la agricultura, el suelo comenzó a verse de manera fragmentada, dejando de considerárselo como un organismo viviente. Con esa mirada, las prácticas agrícolas se centraron solo en trabajar los aspectos físicos y químicos del suelo obviando el rol fundamental de la multiplicidad de microorganismos que trabajan para la fabricación de materia orgánica, alimento primordial de los cultivos.

Las prácticas de la agricultura industrial y sus consecuencias

Labranza

La labranza es el conjunto de operaciones realizadas para preparar una cama de siembra, para un determinado cultivo.

La labranza produce modificaciones generalmente desfavorables desde el punto de vista de la conservación de algunas propiedades de los suelos:

  • Degradación integral del recurso suelo (propiedades físicas, químicas y biológicas).
  • Incremento de erosión hídrica y eólica de las superficies agrícolas.
  • Disminución de los microorganismos del suelo.
  • Paulatina pérdida de productividad de los suelos.

Los arados invierten los panes de tierra sobre los cuales trabajan, dejando la superficie expuesta a los efectos deteriorantes de las altas temperaturas y lluvias. Los microorganismos anaeróbicos y aeróbicos que se encuentran en las distintas capas del suelo mueren al cambiar sus condiciones ambientales.

Luego, los discos utilizados para nivelar el terreno, romper los terrones, remover el suelo y destruir malezas, genera un alto grado de erosión en los suelos. En los suelos limosos y arcillosos su acción provoca la formación de costras duras y compactación.

La compactación provocada por el peso de la maquinaria agrícola, también altera la estructura del suelo. Disminuye el espacio poroso alterando la dinámica del movimiento del agua, la aireación, desarrollo de raíces y daña el hábitat de diversos microorganismos.

Fertilización química

Con el objetivo de aumentar la productividad y dosificar en masa las cantidades de nutrientes necesarios para el desarrollo del cultivo, se aplican mediante el agua de riego o en forma granulada, nutrientes sintéticos como el nitrógeno, el fósforo y el potasio, entre otros.

Los fertilizantes sintéticos son muy solubles en el suelo por presentarse en forma de sales; las plantas pueden entonces asimilarlos rápidamente por las raíces y sin ningún esfuerzo, pero no pueden realizar una selección de nutrientes cuando se fertiliza constantemente e intensivamente.

Esta situación de fertilización constante produce “acostumbramiento” en las plantas y la actividad en el suelo se empobrece, porque no se propician las condiciones para la fabricación de materia orgánica.

Los abonos químicos también provocan cambios de estructura en el suelo, aumentan su salinidad y alteran su pH.

El exceso de sales afecta la asimilación de nutrientes por las plantas y la actividad microbiana del suelo.

La alteración del pH del suelo alterará la disponibilidad de algunos nutrientes, afectará la presencia de microorganismos y la formación de materia orgánica.

Si los fertilizantes aumentan la acidez del suelo, disminuirá la población de microorganismos. Otros abonos químicos, como los nitrogenados, provocan por el contrario un aumento de la población de microorganismos que resulta perjudicial para los cultivos.

Muchas veces, el exceso de fertilizantes penetran las napas de aguas subterráneas, contaminándolas. También pueden llegar a cursos y espejos de agua generando problemas ambientales como la eutrofización.

Aplicación de insecticidas, fungicidas y herbicidas

La aplicación de agroquímicos afecta negativamente a la biodiversidad del suelo.

La contaminación por agroquímicos se produce fundamentalmente por aplicaciones directas en los cultivos agrícolas, pero también por malas prácticas como el lavado inadecuado de tanques contenedores, filtraciones en los depósitos de almacenamiento y residuos descargados y dispuestos en el suelo, derrames accidentales, etc.

De esa manera, los agroquímicos se dispersan en el ambiente y se convierten en contaminantes para animales y plantas principalmente y para el suelo, aire y agua amenazando su equilibrio y representando un peligro de salud pública.

El grado de lixiviación (el movimiento de las sustancias a través de las fases del suelo) depende de la solubilidad del compuesto en agua, de su naturaleza química y del valor del pH del suelo, que se favorece por la capacidad de adsorción de este, esto varia principalmente por el porcentaje de arcillas, arenas y limos presentes en él, por las altas temperaturas y por la precipitación pluvial.

Los agroquímicos más persistentes en los suelos, pueden contaminar los siguientes cultivos e incluso entrar en la cadena alimenticia, como por ejemplo los herbicidas que han sido detectados en la grasa del ganado vacuno y hasta en la leche materna.

La búsqueda de la productividad a corto plazo por encima de la sustentabilidad ecológica, practicada en las últimas décadas, ha dejado un saldo a nivel mundial de contaminación y envenenamiento donde la pretendida Revolución Verde para palear el hambre del mundo ha resultado un remedio peor que la enfermedad.

En la web antestodoestoeracampo.net puedes encontrar referencias sobre mejora y conservación de suelo.