La vegetación como reguladora de la temperatura

La temperatura del suelo está directamente asociada a la temperatura de la atmósfera porque el suelo es un aislante del flujo de calor entre la tierra sólida y la atmósfera.

La temperatura del suelo tiene un impacto directo sobre el crecimiento y desarrollo de las plantas. En el desarrollo de la planta, las variaciones en la temperatura del suelo tienen un efecto sobre el crecimiento de las raíces, formación de tallos y hojas.

Las altas temperaturas pueden incrementar la descomposición y mineralización de la materia orgánica del suelo, reduciendo el contenido de carbono orgánico. Si estas zonas se secan, la materia orgánica puede descomponerse rápidamente, liberando dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.

También las temperaturas influyen sobre la evaporación del agua contenida en el suelo y su disponibilidad para las plantas.

Por todo lo dicho, es de vital importancia que los suelos no estén “desnudos”, deben estar cubiertos por vegetales para mantener un equilibrio ambiental. En los casos en que no crezca cobertura viva, se pueden cubrir con paja, hojarasca, pasto seco, para ir regulando la temperatura, la disponibilidad de agua y facilitar el crecimiento de la hierba para que se restituya dicho equilibrio.

Un dato importante

Por la noche, el suelo libera calor al aire, y esto afecta directamente a la temperatura del aire.

Por ello, un suelo con cubierta vegetal, emite menos calor al ambiente, factor clave en el manejo de temperaturas y el cambio climático.

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Una hierba sin cortar mantiene el suelo a 19.5°C
Una hierba cortada a 10 cm mantiene la temperatura del suelo a 24.5°C
Un suelo desnudo en pleno verano sube a más de 40°C

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