Cazador cazado

Cuando Nir Kalron, un ex soldado de las fuerzas especiales israelíes se enteró de que los elefantes pronto podrían extinguirse en África, reclutó agentes de inteligencia y comenzó a defender a los rebaños. Él conectó la selva con cámaras fotográficas, luchó contra los cazadores furtivos, y trabajó para entrenar al ejército de guardabosques.

En enero de 2012, un “escuadrón de golpe”, de alrededor de 50 hombres armados a caballo y equipados con fusiles Kalashnikov, morteros y ametralladoras, se infiltró en Bouba Njida, uno de los mayores parques nacionales del país centroafricano de Camerún.

Familias de elefantes en un claro fangoso estaban en un día típico. Algunos empujaron sus trompas al suelo para buscar agua. Los pequeños estaban acostados junto a sus padres. Otros saludaban entusiasmados a otros elefantes a los que no habían visto en algún tiempo.

De pronto, un disparo. Un pequeño elefante cayó al suelo. Los cazadores furtivos saben que si le disparan a un elefante joven, los adultos se reúnen de manera protectora en lugar de huir.

Lo que siguió fue una masacre. Las metralletas dejaron heridos y muertos al resto de elefantes. Aquellos todavía vivos sentían las afiladas cuchillas de machetes cortar sus colmillos. Posteriormente, sus colmillos fueron quitados y pequeños pedazos redondos cortaron de sus orejas, un trofeo habitual de “ganadores”.

Un residente local oyó los disparos y llamó a las autoridades, pero ya era demasiado tarde. Los cazadores furtivos habían montado en sus caballos y salido en busca de otra manada. Una fuerza militar les alcanzó tres meses más tarde con 650 elefantes muertos y después de un tiroteo fueron expulsados.

Años de investigación han marcado un curso probable para el marfil, desde las playas de África a las ciudades de tránsito como Hong Kong. Filipinas, Tailandia, Vietnam y Estados Unidos son los principales mercados para el marfil, pero China es el más grande.

En China, el marfil es un símbolo de estatus accesible, usado para todo, desde decoraciones hasta palillos. Algunos molían el marfil en polvo por sus cualidades medicinales, una práctica que impulsó a los cazadores furtivos a cazar al rinoceronte negro de África occidental hasta extinguirlos.

Hoy en día, un elefante es asesinado cada 15 minutos, o entre 30.000 a 40.000 al año. Los investigadores dicen que la población de elefantes en países como Tanzania se ha desplomado hasta en un 60% en los últimos diez años.

Entre tanto, en China el precio del marfil se ha duplicado y se ha triplicado a $3.000 la libra. Dos colmillos pueden costar más de $200,000. Los cazadores ganan alrededor de 200 dólares por libra, pero para las organizaciones criminales en la pobreza de África, eso es mucho.

El comercio también financia a organizaciones terroristas como al-Shabaab, aliado de al-Qaeda, y al grupo terrorista del “Ejército de Resistencia del Señor” liderado por Joseph Kony, quien afirma que secuestrando sigue la palabra divina, violando, torturando y asesinando a miles de personas en todo el continente, incluyendo a los niños reclutados para servir como guerreros en su ejército.

Cuando se retiró el comando israelí NIR Kalron llegó el parque, pero los elefantes ya se habían ido.

“Ni siquiera la mitad de un elefante, simplemente era un parque muerto”, dijo él.

Kalron había llegado originalmente a África con un contratista israelí de seguridad que entrenaba a instructores militares para los ejércitos extranjeros. Se encontró en algunos de los peores conflictos en África, en países como Burundi y Burkina Faso. Vio soldados heridos, sangrantes, desesperados con miembros amputados, y niños de 13 años con rifles.

Al ver los acuerdos militares detrás de los diversos conflictos le dejó más confundido. “No siempre se sabe dónde están y cuáles realmente son los intereses a los que está sirviendo”.

La ambigüedad moral pesaba sobre él. Él la abandonó.

Luego en 2008, tuvo la oportunidad de hacer algo claramente bueno por un viejo amigo de la familia, el Dr. Bill Clark, uno de los fundadores del grupo de crímenes ambientales de Interpol. Cuando era niño, Kalron le pedía al doctor que lo llevara al safari.

“Entonces un día él me llamó y me dijo: ‘Ven, necesitamos capacitar a alguien como guarda parques en Kenia’”, dijo Kalron.

Clark no tenía dinero para pagarle, pero a Kalron no le importaba. Fue una oportunidad de hacer el bien en África. También se convertiría en una sombría educación sobre el por qué los guardabosques necesitan de rifles de asalto AK-47 para proteger a elefantes y jirafas.

Las historias que le contaron los guardabosques le revolvieron el estómago. “Aquí tuvimos una pelea, allí tuvimos tres bajas, aquí alguien sangraba hasta la muerte”, contó Kalron.

Kalron pronto desarrolló una profunda necesidad de proteger la vida silvestre de África. Lo llevó a iniciar una empresa para llevar a cabo operaciones de inteligencia crucial para ese esfuerzo. Lo llamó Maisha, que en swahili significa “vida”.

Kalron trajo a Maisha Consulting dos habilidades críticas: la capacidad de llevar a cabo la vigilancia a través de implementos rentables y la capacidad de reclutar a informantes en el campo.

Desde que asumió su nueva misión, ha estado en tiroteos con cazadores furtivos, ha instalado rejas de cámaras solares y transmisores de satélite en bosques y selvas, y ha reclutado partidarios e informantes para ayudarle a recolectar información.

“La idea era que si usamos nuestro sabiduría y conocimiento militar, podríamos salvar a algunos elefantes”, dijo Kalron.

Kalron se unió a Barak de Omer, un graduado de la unidad 8200, unidad de inteligencia para la señal elite de Israel.

Kalron y Barak se conocen desde el jardín de infantes. Kalron creció en una familia militar: su padre un piloto de helicóptero de ataque y su hermano un combatiente de comandos. La familia de Barak estaba en el negocio de inteligencia.

“Desde que conoció a Kalron, él siempre tuvo que luchar contra alguien”, dijo Barak.

Otro miembro clave del equipo es Remi, un ex soldado de las fuerzas especiales francesas que trabaja con Kalron en el campo.

Kalron utilizó su propio dinero para financiar proyectos. También reclutó a su futura esposa, Melody Sucharewicz, y a un pastor alemán de Senegal.

El grupo consiguió un impulso pro bono del Dr. Arik Rosenfeld, experto en sensores remotos.

Job primero, entendía la situación. Barack fue el pilar del lado de la inteligencia y reclutó a otros ex oficiales de inteligencia militar.

Un nuevo jefe de policía

A finales de 2012 llegó a Garamba la primera prueba en serio de la nueva empresa, una reserva natural al norte de la República Democrática del Congo. Hogar de unos 3.000 elefantes.

Kalron y sus hombres fueron entrenados como guardabosques del parque, que estaba infestado de rebeldes y cazadores. Dos meses antes, una batalla con hombres fuertemente armados en el LRA de Kony dejaron a los guardabosques demasiado asustados y abandonaron su cuartel general.

Mientras Kalron permanecía allí para entrenar, el sonido de un disparo en la noche llevó a los guardabosques a encontrar dos jirafas muertas y un elefante masacrado.

“Nos dimos cuenta que los cazadores probablemente habían tomado por error, un collar GPS de una de las jirafas y se dirigían hacia la frontera con Sudán”, dijo Kalron.

Él reclutó a fuerzas de la ONU y al ejército congoleño para que se unieran a la persecución.

“Me encontré como si fuera broma, sentado con un coronel guatemalteco, un oficial de operaciones de Bangladesh, un oficial de inteligencia francés, un coronel congoleño y un administrador español de parques, hablando de la posibilidad de que estos sean el LRA”, recordó él.

Con la ayuda de la señal del GPS, establecieron una emboscada. El objetivo era demostrar a los guardabosques que una operación más grande era posible y exponer a los cazadores furtivos que enfrentarían consecuencias por sus crímenes.

“Fuimos 60 personas en contra de 5 a 6 cazadores. La ONU y el ejército congoleño condujeron la maniobra”.

Los cazadores furtivos escaparon a menos de 300 metros antes que comenzara la balacera. Uno de los soldados fue golpeado.

Eventualmente lanzaron morteros contra los cazadores furtivos, que sin embargo atravesaron ilesos la frontera.

“Fue una batalla fallida en términos de táctica. El asalto solo se llevó a cabo en cuatro idiomas, y cada persona tiene diferentes entrenamientos”, dijo Kalron.

Sin embargo lo hicieron, mostraron a los cazadores furtivos que había nuevas estrategias en el campo.

Unos meses más tarde, unas 900 millas al oeste de Garamba, se presentó otro reto.

Un golpe de Estado en la República Centroafricana había dejado a los jóvenes combatientes pertenecientes a las fuerzas rebeldes de Seleka, corriendo a través del país.

Robaron autos, armas y radios policiales y allanaron las oficinas del Parque Nacional Dzanga-Ndoki. Los guardabosques asustados corrieron hacia el bosque, dejando al coronel Ismail Bachit para asumir el mando del parque y de una ciudad cercana.

Él fue pastor, según los medios de comunicación. Ahora se paseaba con una boina y anteojos de sol, protegido por guardaespaldas armados.

En mayo de 2013 un mes más tarde, un camión con 20 hombres armados llegó al parque. Bachit les permitió entrar, y durante los dos días siguientes, los hombres mataron como a 30 elefantes.

Contratado por World Wildlife Fund (WWF) para desplegarse allí, Kalron llegó 10 días después de la masacre. Bachit no lo dejó acercarse a la escena. Se necesitaron 200 kilogramos de alimentos y algunas advertencias sobre sanciones internacionales, pero Kalron logró ingresar.

“Traté de infundir confianza”, dijo Kalron.

Una vez dentro, encontraron elefantes llenos de balas iraníes, las mismas balas de la masacre de Bouba Ndjida.

“Habíamos estado encontrando estos casquillos por todas partes, algo malo había sucedido”.

Después de las negociaciones, ellos lograron instalar un sistema de alerta temprana para proteger mejor al parque. Hoy, WWF dice que es uno de los pocos lugares en África donde la caza furtiva de elefantes es rara.


Foto: Nir Kalron en su camino conduce en la selva a su equipo para instalar transmisores de satélite y cámaras.

Detrás de la masacre

Kalron dijo que en Kenia, por ejemplo, la caza furtiva es alimentada debido al desempleo hasta del 40% y hay una enorme población de hombres jóvenes con cerca de 900.000 armas de fuego ilegales.

“Cuando tomo a un cazador fuera de este ciclo, hay 800 más para tomar su lugar”, dijo Kalron.

La solución es entrenar a los guardabosques para que puedan ser efectivos en el campo, dijo Kalron. Eso significa unirse a ellos en el terreno, y a veces en la batalla.

Al menos ahora, los guardabosques tienen alguna idea de lo que está sucediendo fuera de la vista.

La empresa de Kalron ha puesto cámaras solares y transmisores satelitales en árboles para proporcionar video sin electricidad y comunicaciones en vivo al momento de alimentar a los elefantes en el área. Las cámaras ahora permiten a los guardabosques reunir información en tiempo real y documentar eventos que pudieron haberse perdido. La tecnología es barata y efectiva.

La empresa también lleva a cabo investigaciones en múltiples niveles, desde interrogar a los comerciantes hasta desarrollar relaciones con informantes. Estos últimos son críticos, dijo él. Ahora, si ellos descubren que los cazadores están contrabandeando algún cuerno de rinoceronte desde Mozambique, pueden detenerlos en Kenia a través de una red de contactos.

Se necesita de una llamada telefónica. Nos hemos convertido en un mecanismo de coordinación y fuente de inteligencia para las investigaciones existentes”, dijo Kalron.

Kalron también ha reclutado a algunos ayudantes de alto perfil.

Entrenador de animales del Príncipe Verde

Sucharevich, esposa de Kalron, se encontró con Mosab Hassan Yousef en Alemania. Yousef es hijo de uno de los líderes de la organización terrorista Hamas en Gaza y fue una fuente clave de información para Israel durante casi una década.

A través de Yousef, Sucharevich reclutó al ex agente de seguridad israelí Gonen Ben-Yitzhak, el agente que convenció a Yousef trabajar para Israel.

Pronto Kalron y Ben-Yitzhak volaban juntos al África a un parque en el este del Congo.

“Descubrí que un grupo subterráneo local controla el parque. Así que empezamos a dar a las personas que trabajan en la conservación del parque un curso de investigación privada”, relató Ben-Yitzhak.

“Para mí el objetivo, inicialmente, fue el de entender el territorio y tener una idea de lo que es África, y luego seguir la cadena de cacería”.

Los cazadores llegan de varios lugares, dijo Kalron. Pueden ser inspectores de reservas naturales que han dejado sus cargos o de aldeanos locales. Algunos son grupos sofisticados de Sudanes bien armados o somalíes que pertenecen a algún grupo terrorista.

“En Garamba, hubo un caso en el que un helicóptero militar ugandés mató a 20 elefantes. Alguien pagó $100,000 y pidió media tonelada [de marfil]”, dijo Kalron.

El intercambio

Un informe de noviembre de 2014 de la Agencia Investigación Ambiental, organización independiente con sede en Londres, trazó el comercio de marfil en Tanzania a través de arrestos e investigaciones.

Encontró que la ruta del comercio de marfil desde Selous Game Reserve en Tanzania a los mercados en China, fue el “mayor conducto de marfil ilegal en el mundo”.

La policía de Tanzania arrestó a tres ciudadanos chinos en 2013 que poseían 706 colmillos de marfil, que pesaban casi 2 toneladas. El trío había planeado ocultarlo en compartimientos secretos en un microbús y conducirlo al puerto para la venta eventual en China. Un ex funcionario del consulado chino en Tanzania fue uno de los detenidos.

Un mes más tarde, un buque naval chino llegó al puerto de Dar es Salaam en Tanzania en camino a China. Se detuvo ostensiblemente para llevar a cabo actividades de antipiratería.

Pero por más de cuatro días, el barco naval fue cargado con toneladas de marfil, según un comerciante local que fue capturado. Reveló un acuerdo que hizo para vender $50.000 de marfil a la tripulación. Otro comerciante fue interceptado llevando a la nave 81 colmillos que pesaban 670 libras.

La Agencia de Investigación Ambiental informó que ya en 2006, el personal de la embajada de China eran los principales compradores de marfil. Algunos usan visitas estatales de alto nivel para comprar marfil y llevarlo de vuelta a China, ayudados por el hecho de que su equipaje no es revisado en el aeropuerto.

Pero mientras es ilegal el envío de marfil, en China es legal venderlo.

Los investigadores encontraron que cuatro empresas estatales chinas han comprado decenas, si no cientos de toneladas de marfil. Las empresas estatales luego venden el marfil a empresas y artistas chinos que tienen permiso de las autoridades para vender legalmente cierta cantidad de marfil.

El resto se utiliza para “regalos a la élite política y empresarial que en China no se considera soborno”, señala el informe.

Una vez Kalron asistió a una conferencia en la que un alto funcionario de la policía china se quejó de que no tenía mano de obra para buscar millones de contenedores africanos. Kalron dice que es extraño que la ley china permita que el marfil se venda en China, aunque es ilegal el enviarlo allá.

Ben-Yitzhak fue más contundente en su evaluación sobre el rol de China en la extinción de los elefantes africanos.

“Mientras el mundo occidental está tratando de preservar este maravilloso lugar llamado África, China viene y da a estos esfuerzos un golpe mortal. Estamos cerca de no tener más elefantes”, dijo Ben-Yitzhak.

En octubre de 2015, un funcionario chino prometió que en un año el régimen prohibiría el comercio de marfil. Si la prohibición se hace efectiva, se requerirá la aplicación estricta para detener el intercambio de comercio en el mercado negro.

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