Más de 130 basureros ubicados en los cerros de Medellín fueron transformados en jardines públicos sustentables. Uno de los más impactantes por su magnitud y belleza se encuentra en el barrio Moravia.
El barrio se encuentra en Medellín, Colombia, y allí la tierra revivió y se convirtió en jardín. Donde se encontraba uno de los basureros a cielo abierto más grandes del país, ahora se desarrolla un espacio verde que deslumbra a sus ciudadanos y turistas.
En el jardín de Moravia crecen más de setenta especies vegetales sobre lo que fuera una montaña de más de treinta metros de residuos por una superficie de siete hectáreas. Flores y abejas han transformado radicalmente el paisaje.
“Es el ícono de la transformación de Moravia porque cuenta la historia de resiliencia, nuestros procesos y luchas en nuestro territorio”, cuenta la líder comunitaria Cielo Holguín sobre el espacio recuperado conocido “Morro de Moravia”.
Además de la diversidad natural, se puede apreciar la historia del lugar a través de un recorrido fotográfico por los empinados caminos del cerro.


Un proceso construido desde la base
Lo que hoy se ve como un jardín de Edén, atravesó un proceso participativo y desde la base de la mano se los habitantes del barrio. “Moravia es la historia de cómo un basurero, el sitio más despreciable de una ciudad, se convierte en un eje de desarrollo de toda una comunidad”, contó Sandra Howard, directora ejecutiva del Bureau de Medellín.
Quienes visitan el lugar puede contar con el servicio de guía de turismo ecológico, ofrecido por los líderes locales. En el jardín también pueden encontrar propuestas sociales, culturales, gastronómicas y de artesanías.
Moravia Tours es el nombre de la “empresa” creada por los habitantes, cofundada por Cielo. Promueve un turismo sostenible, responsable y regenerativo.
Las personas que siguen habitando el cerro en sus modestas casas de madera, plástico y lona, interactúan también con los visitantes, enriqueciendo la experiencia profunda con el lugar.
Cuentan por ejemplo la historia de una holandesa que se “enamoravió” y se instaló tres meses en el barrio para ofrecer un taller de fotografía a los niños del lugar.
Otro de los atractivos del lugar que cuenta con varias obras de urbanismo social, es un vivero que cobija más de 15.000 plantas. Entre ellas se encuentras variedades de plantas tropicales como suculentas, bromelias y orquídeas.
Elsy Torreglosa es una de las personas que las cuidad diariamente, miembro de la cooperativa de mujeres Cojardicom, una de las tantas del barrio.
“Siempre fue mi sueño tener este lugar maravilloso”, cuenta Elsy: “(Allí) podemos hacer un disfrute, un picnic, quedarnos una tarde, colgar una hamaca, tomar aire puro y jugar con los niños”.

La cultura acompaña
En las laderas del cerro artificial formado por toneladas de basura, conviven naturaleza y cultura. En las callecitas del barrio se cuecen ollas populares, se baila y se canta.
Las escaleras “Oasis Tropical”, es un espacio embellecido con pinturas que cuenta con una galería al aire libre y su creación fue posible gracias a un proceso de coproducción internacional. Allí la música y el arte tienen su lugar.
Otra de las estructuras arquitectónicas de carácter social que se destacan en el barrio es el Centro Cultural Moravia. Los moravitas lo consideran “la casa de todos”, porque allí conviven la educación, el arte y la cultura como motor de todos sus procesos.
La subsecretaria de Turismo, Ledys López, resaltó la propuesta de turismo comunitario y creativo de esta barriada porque permite que el visitante interactúe con la comunidad y su propuesta de sostenibilidad.
“Hay experiencias desde alimentación saludable, con huerteras que les enseñan a los visitantes a cocinar y a alimentarse sanamente”, detalló.

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