No se trata de ciencia ficción, los cientÃficos alertan de que hay un 50% de posibilidades de que una enorme tormenta solar golpee la Tierra. Sus efectos serÃan muy graves: nos dejarÃa sin electricidad y sin tecnologÃa y dañarÃa nuestra salud. Pero nos podemos preparar para afrontarlo.
¿Ha llegado la hora de crear el Ministerio de los Cisnes Negros? Los eventos de baja probabilidad y alto impacto son una realidad, como ha demostrado la pandemia. ¿Cuál será la próxima catástrofe? Nadie lo sabe, pero deberÃamos estar preparados para lo que sea: virus, asteroides, terrorismo, clima… Sin embargo, el riesgo más sorprendente (y subestimado) proviene del Sol.
La probabilidad de que una eyección devastadora de la masa coronal (algo asà como la tormenta solar perfecta) golpee de lleno a la Tierra es del 50% en este siglo, según los últimos modelos predictivos. En cualquier caso, no es desdeñable. Y una lección de la COVID-19 es que, si tienes boletos para la loterÃa, tarde o temprano toca.
El problema es que la mayorÃa de los gobiernos prefiere reaccionar sobre la marcha ante los “cisnes negros” en lugar de tener un plan de contingencia. Una temeridad que ya no nos podemos permitir, “Los individuos buscan protección en los gobiernos y, si pueden, en las aseguradoras. Pero los ejecutivos han demostrado una inclinación por ignorar los riesgos, incluso cuando el precio de la previsión es pequeño. Es una abdicación de la responsabilidad y una traición al futuro“, argumenta un semanario británico.
Una tormenta solar serÃa más peligrosa que nunca
El peligro de la gran llamarada, una mezcla de viento solar y pulso magnético, siempre nos ha acompañado. La paradoja es que la humanidad nunca ha sido tan vulnerable como ahora, que depende de la tecnologÃa para casi todo. Y la tecnologÃa hay que enchufarla a la corriente. “La corona solar arroja de manera intermitente grandes chorros de partÃculas electromagnéticas al espacio. Estas causan las auroras boreales y australes, y pueden estropear las redes eléctricas y las de telecomunicaciones. Pero durante el siglo más o menos en el que la electricidad se ha convertido en una parte crucial de la vida humana la Tierra nunca ha sido golpeada por uno de estos eructos solares. Si se produjera una eyección de masa coronal, todo tipo de sistemas satelitarios para la navegación, las comunicaciones, los sistemas de advertencia sobre ataques de misiles… estarÃan en peligro. Grandes extensiones del planeta se podrÃan quedar meses o años sin electricidad“, advierte la prensa británcia.

Apagones, incendios, cáncer…
¿Otras consecuencias de una gran tormenta solar? Incendios en los transformadores y apagones en la red eléctrica. De prolongarse en el tiempo estos cortes, también afectarÃan al suministro de agua. Las centrales nucleares podrÃan ver comprometida su refrigeración. La red GPS se verÃa afectada, asà como las comunicaciones por radio en VHF y HF, aunque buques y aeronaves tienen instrumental alternativo.
Internet sufrirÃa caÃdas, pero la robustez de las lÃneas transoceánicas y la arquitectura de las conexiones, basada en la redundancia, esto es, equipos y rutas alternativos con los que seguir operando, paliarÃan los efectos. En lo que se refiere a la salud, podrÃa producirse un ligero aumento en las tasas de cáncer de piel y afecciones oculares por el aumento momentáneo de la exposición a los rayos ultravioletas. Y en cuanto al coste, un estudio de la compañÃa de seguros Lloyds calculó que solo en Estados Unidos podrÃa alcanzar los 2,5 billones de dólares y que su red eléctrica podrÃa verse afectada hasta dos años.
Hay antecedentes como para preocuparse. Al evento más potente del que se tiene constancia se lo conoce como “la llamarada de Carrington”. Golpeó el planeta en 1859, friendo literalmente las estaciones de telégrafo, que era el Internet de la época victoriana (todavÃa no existÃan las comunicaciones de radio). En 2012 se produjo otra tormenta solar de una magnitud similar, pero afortunadamente el cañonazo que disparó el Sol en dirección a la órbita terrestre no llegó a hacer diana y se perdió en el cosmos.
Sin embargo, las eyecciones de masa coronal -la mayorÃa, de dimensiones modestas- son fenómenos frecuentes. Nuestra estrella ‘escupe’ hasta tres diarias durante los periodos de máxima actividad. Y alterna una fase de aletargamiento con otra de hiperactividad. Cada fase dura unos once años. Y justo ahora está desperezándose, como un oso que ha hibernado y sale de la cueva. Su máximo apogeo llegará en 2025.
Cuándo llegarÃa la tormenta
¿Cuál es la probabilidad de que una tormenta geomagnética de gran intensidad afecte a la Tierra a corto plazo? El investigador Pete Riley pronostica que ronda el 12 por ciento en la próxima década, aunque un modelo matemático elaborado por un equipo de la Universidad Autónoma de Barcelona y publicado en 2019 por Scientific Reports (Nature), reduce la probabilidad a menos del 2 por ciento. “No es nada despreciable si se tienen en cuenta sus consecuencias”, advierte el catedrático y coautor del estudio Pere Puig. “Los gobiernos deberÃan tener protocolos de actuación ante estos desastres, informar y tranquilizar a la población que se pueda haber quedado sin energÃa eléctrica e incomunicada. Recordemos que habrá muy poco margen temporal antes de la llegada imprevista de una tormenta de estas caracterÃsticas”.
¿Cuál es ese margen? Entre 15 y 60 minutos. Un evento asà no se puede controlar, pero se puede detectar con cierta anticipación cuando sucede. El satélite encargado de dar la señal de alerta apenas nos avisarÃa con 30 minutos de antelación antes de que el viento solar barra la atmósfera terrestre. Este satélite es el Observatorio de Clima del Espacio Profundo (aunque originalmente se llamó Triana, en honor del navegante español Rodrigo de Triana, el primero de la tripulación de Colón en avistar tierra en América). Fue lanzado en 2015 desde un Falcon 9 -el vehÃculo de lanzamiento de SpaceX, la empresa de Elon Musk-, tras pasar doce años arrumbado en un almacén de la NASA, que no tenÃa presupuesto ni motivación polÃtica para ponerlo en órbita hasta que la administración Obama se empeñó. Se está trabajando para tener pronósticos de al menos tres dÃas, basados en la aparición de manchas solares que pueden indicar una actividad anómala.
Actuación de emergencia
“La cuestión no es si va a pasar, sino cuándo; cómo afectará a nuestra civilización y qué se puede hacer al respecto“, advierte Jorge Eiras, profesor de FÃsica de la Universidad de Vigo, que elaboró en 2018 un informe titulado Las tormentas solares geomagnéticas, amenaza silenciosa de una sociedad hipertecnológica, a petición del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, un organismo consultivo que depende de la Junta de Jefes de Estado Mayor. Eiras se lamenta de que solo Estados Unidos y Canadá cuenten con planes de actuación en caso de producirse un evento de este estilo. “Nuestra capacidad de respuesta dependerá de la rapidez para acometer actuaciones que reparen el suministro eléctrico, garanticen la seguridad de las aeronaves en vuelo y disminuyan la posibilidad de que la situación derive en un caos -advierte-. El desconocimiento de este fenómeno tanto entre la población como en los organismos públicos es un gran inconveniente“.
Avi Loeb, director del Instituto de AstronomÃa de la Universidad de Harvard, va más allá y opina que habrÃa que tomar medidas para desviar las partÃculas solares antes de que alcancen la atmósfera. Para ello propone la puesta en órbita de un escudo magnético. “SerÃa una proyecto de ingenierÃa mayúsculo, con un coste de unos 100.000 millones de dólares. Pero me temo que antes de que los polÃticos actúen tendremos que sufrir un evento similar a la llamarada de Carrington“, vaticina.
Por Carlos Manuel Sánchez
Ecoportal.net
seria genial volber a usar velitas y acabar con toda su enferma tecnologia… una nueva oportunidad!!!