Usos comestibles de la Totora

Totora (Thypha spp.) Los brotes que surgen del agua, una vez pelados, se pueden comer crudos o cocinados.

Cuando las cañas son muy jóvenes (alrededor de un mes), presentan una médula comestible en crudo o cocinada. La parte femenina (la mazorca marrón) puede asarse y comerse como maíz.

La parte masculina (las flores del ápice), cuando se abren y se ve el conjunto de flores amarillas, se agitan para recoger el polen, que puede usarse como harina. Las raíces adultas generan pequeñas yemas que pueden comerse como los brotes.

También son comestibles las raíces, peladas y crudas, cocinadas o secas y molidas como harina. Las semillas se recogen maduras y se tuestan.

Los rizomas son comestibles casi todo el año, hervidos, fritos, al rescoldo o a la vinagreta y abundan a razón de 7 o más toneladas por hectárea.

En otoño e invierno pueden ser más fibrosos pero igual se pueden aprovechar por sus carbohidratos de manera similar a la del junco. El 22% de su peso puede aprovecharse como harina.

En invierno también pueden usarse las bases de los tallos: se corta la planta a ras del suelo y se pela la base hasta llegar a la médula nutritiva.

Las espigas inmaduras pueden comerse crudas (Duke 1992) o cocidas, como si fueran mazorcas de maíz.

A principios del verano las espigas se cubren de polen, que puede colectarse para hacer tortillas o agregar a las sopas; mezclado con otras harinas sirve para panqueques o para panes chatos.

El polen es rico en proteínas y vitaminas A, B, C y E. A las semillitas hay que quitarles las cáscaras y pelitos, cosa que se puede hacer chamuscándolas brevemente con fuego o  cernidas con un tamiz.

Se pueden agregar a los guisos o a las gachas (“porridge”)  y contienen hasta un 20% de aceite. El polen, si se seca bien, puede conservarse para el invierno sin enmohecerse.

Cada espiga puede proveer hasta 1,5 g de polen (INCUPO 1988) y puede llegar a los 4000 kg por hectárea (Arenas & Scarpa 2003, quienes reproducen un estudio bromatológico del polen realizado por M.Charpentier 1998).

Análisis hecho en Chile (Schmeda et al. 1999) revela que los rizomas (peso seco) contienen alrededor del 67% en carbohidratos, 6% proteínas crudas y 1% lípidos. La totora, en Suecia, rinde en promedio 1,9 kg/ m² de rizomas que aportan más de 1300 kilocalorías (Källman 1988). Alguien que viva frente a un totoral no tendría que pasar hambre: Euell T. Gibbons, un gran conocedor de la flora alimentaria de los EE.UU., sostenía que los totorales son los verdaderos supermercados de los pantanos (Harrington 1967, Bringle-Clarke 1977, Peterson 1977, Kunkel 1984, Genders 1988, Zurlo & Brandão 1990, Peters et al. 1992, Kershaw 2000).  Se conocen unas diez especies de Typha con rizomas, brotes, espigas y polen comestibles. En Argentina se registran dos especies más: T. latifolia L. y T. subulata.

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